Mientras unas parejas esperan con ansías a que lleguen las vacaciones de verano, para poder disfrutar de un ambiente relajado en familia. Existe la otra cara de la moneda, aquellas parejas que detestan el verano porque eso quiere decir mas tiempo juntos. De acuerdo a estudios en esta estación del año se producen muchas rupturas de relaciones personales…. pero ¿por qué la mayoría de las parejas se separan en verano?
Las causas son varias. Durante el año se la pasan muy ocupados trabajando, en las actividades con los hijos, familia, reuniones, etc. por lo que tenemos poco tiempo libre y apenas hay convivencia. Por el contrario, en vacaciones tenemos contacto continuo con la pareja y es cuando salen a la luz problemas latentes.
Las vacaciones pueden suponer una buena oportunidad para disfrutar con la pareja pero la falta de habilidad a la hora de comunicarnos y resolver conflictos puede llevarnos a la ruptura.
De hecho, las parejas que ya arrastran algún problema van discutiendo cada vez más a medida que las vacaciones avanzan y suelen romper cuando el verano llega a su fin o la última gota colma el vaso.
En el supuesto de que solo sea uno de ellos el que se plantea abandonar la relación y haya mentido durante el resto del año a la persona con la que está, evitando pasar tiempo en pareja al refugiarse en otras responsabilidades, sentirá una especie de fobia y agobio cuando se acerque esta época del año, pues no le quedará otra que afrontar la situación. Así que lo más habitual es que rompa justo cuando comienza el verano, desaparecerá para disfrutarlo y ya no le hará frente.
El verano también puede poner de relieve los problemas en un matrimonio porque se pasa más tiempo en familia.
Otro de los motivos por los que pueden producirse las rupturas en esta época del año es por las altas expectativas que ponen en las vacaciones de verano algunas parejas. Si todo no es tan maravilloso y espectacular como ven a los demás mostrar en redes sociales o como se han imaginado, alguno de los miembros se frustra y, en vez de abordar de nuevo la situación con la comunicación (imprescindible en cualquier tipo de relación personal), rompe.
Lori Gephart, psicóloga licenciada y mediadora familiar, explica que las parejas también ven el verano como el comienzo de un nuevo capítulo.
“Mucha gente puede tener la esperanza de que el ritmo más relajado de las vacaciones de verano ayudará a mejorar su relación”, asegura Gephart. “En vez de eso, pueden sentirse decepcionados y desilusionados con el matrimonio cuando los patrones no cambian”.
Los problemas matrimoniales a menudo pueden verse eclipsados por la rutina de la vida cotidiana. En el caso de las parejas con hijos, esto es especialmente cierto. Pero cuando se deja de asistir a la escuela, la rutina cambia y se pasa más tiempo en familia.
“Durante el año escolar, tendemos a caer en la rutina de levantarnos, dar el desayuno a los niños, llevarlos a la escuela, ir a trabajar, volver a casa, cocinar la cena, hacer los deberes e ir a la cama”, dice Chris Farish, un abogado con sede en Dallas y presidente de la Academia Internacional de Profesionales.
¿Cómo se puede evitar esta situación?
Si la persona con la que convivimos es verdaderamente la persona con la que queremos compartir nuestra vida, no debemos dejar que los problemas de pareja se enquisten. Para ello es muy importante dedicar tiempo a analizar qué está fallando y buscar una solución acorde a los intereses de ambos. Es importante aplicar técnicas que son de gran ayuda para aprender a conocernos mejor y a expresar con asertividad nuestros pensamientos.
Si por el contrario, no se llega a buen puerto, la relación queda deteriorada, lo mejor es buscar ayuda profesional de inmediato, claro, si todavía hay amor.
Mejorar la comunicación en la pareja
Otro aspecto muy importante en la pareja para evitar que se produzcan las crisis en verano es la mejora de la comunicación. Muchas parejas suelen tener dificultades en esta área, sintiéndose incomprendidos, solos, y confusos.
Es importante que la pareja dedique tiempo a escuchar y entender qué es lo que piensa y siente la otra persona. Es necesario darse ese espacio donde ambos puedan compartir sus ideas, sentimientos, pensamientos, opiniones, sueños, deseos,… sin juzgar a la otra persona, sino hacerlo desde la empatía y el cariño.
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