Todo padre ama a sus hijos por encima de todo y a pesar de eso, es indiscutible que a veces enviamos señales equivocadas y ellos interpretan como: “No me quiere” o “No le importo”, y es cuando entra en juego la siguiente pregunta:
“Un niño que no se siente tomado en cuenta es un niño que siente que no lo quieren”, y esto no es una falacia, sino una triste realidad de muchos pequeños.
Seguramente usted ama a cada uno de sus hijos, así que, tal vez nunca imaginaría que alguno de ellos pudiera no sentirse querido; sin embargo, sí hay algunos chicos que tienen ese sentimiento y en ese caso cabría preguntarnos: ¿Y cómo sabríamos si uno de nuestros hijos no se siente tomado en cuenta?
La respuesta es más sencilla de lo que parece. Si no entendemos su conducta; si nos irrita y al hablar con él/ella sentimos angustia, rabia, desesperación o desilusión. A través de su conducta el niño nos está diciendo: “Préstenme atención” o “No entiendo lo qué me está pasando” o “Creo que nadie me quiere” o “No sirvo para nada.”
Amar a un hijo es fácil, sin embargo expresar ese amor es un poco más complejo. Es verdad que el amor de padres es incondicional, que se ama a un hijo por encima de todo y a pesar de todo.
Pero como padres, nuestra función también es educar y guiar, es decir: “No” cuando es necesario, sin transmitirles “Tú no vales.” Tenemos que imponer límites pero sin enviarles mensajes como: “Si no me obedeces, no te quiero.”
Hay también padres que se han ido al otro extremo, padres que conscientemente no quieren “herir” a sus hijos o “dañarlos” y aceptan todo lo que ellos hacen, les complacen en todos sus deseos, y les celebran todas sus ocurrencias y travesuras. Estos niños, a menudo crecen con una idea errónea de su valor como persona -piensan que no son valiosos y cualquier crítica la perciben como un ataque a su persona-. En resumen, cuando el niño no se siente tomado en cuenta o que no es querido, es posible que sus padres al impedirle ciertas cosas o al regalarle demasiadas cosas, no han sabido proteger y nutrir su ser, su persona.
Entonces, lo primero que tenemos que hacer es dividir, en un sentido figurado, claro está, a nuestro hijo en dos áreas.
A través de nuestra guía o intervención les transmitimos a nuestros hijos los valores de nuestra familia, de la sociedad en que vivimos, y de nuestra cultura latinoamericana. De esta manera, a través de un gesto, un abrazo, una mirada, unas palabras, les transmitimos a nuestros hijos que los queremos y enseguida nos dirigimos a lo que ellos han hecho y procedemos a corregir.
Cuando algo que hacen nos parece incorrecto, lo que debemos transmitirles es que los seguimos amando mucho y que seguimos confiando en él/ella, pero “eso” que hicieron no nos gustó y no deseamos que lo vuelvan a hacer.
Y si en estos momentos usted está preocupado(a) por la relación entre ustedes, ya ha dado el primer paso hacia una solución: SE HA DADO CUENTA de que hay algo que no está funcionando bien (hay padres que no se quieren dar cuenta, o que niegan el problema…), y si siente que no puede solo(a) con el problema, acuda a un consejero familiar o al consejero de la escuela, si su niño ya va a clases, ya que allí seguramente le orientarán o remitirán a alguna institución donde le ayudarán a resolver este problema. •
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