Arthur London tenía cuatro meses de nacido cuando algo sucedió en su cerebro y éste dejó de funcionar, por lo que perdió la vista sin ninguna esperanza de recuperarla.
“Los médicos le dijeron a mis padres que el fenómeno era parecido a un switch que se apaga y así me quedé durante casi cuarenta años, hasta que me sucedió este increíble milagro”, platica Arthur.
EL MILAGRO
En una entrevista que concedió en su casa de Camden, New Jersey y mientras acariciaba la cabeza de su fiel perro lazarillo, Arthur platicó gozoso su historia:
“Durante estos últimos seis años, Bruno, mi perro, fue mis ojos. Siempre condujo mis pasos con seguridad, pero un día se me cruzó entre las piernas y me tropecé con él, pegándome fuertemente en la cabeza con la orilla de una mesa”.
Cuando recuperó el sentido, asombrado pudo ver, ¡sí!, textualmente ver, el calvario que vivió durante cuarenta años y pudo darse cuenta que éste había llegado a su fin. “Al principio, no supe lo que había pasado; es decir, no me di cuenta de que había recuperado la vista”, “De pronto, caí en cuenta y dije: ‘¡Dios mío, puedo ver!’. Puse una mano frente a mis ojos y al distinguirla, sentí una emoción indescriptible y me solté llorando como un niño”.
SU ESPOSA LO PRESINTIÓ
Aunque invidente, Arthur nunca se dejó vencer y como todos ellos, se acostumbran a una vida normal, a grado tal que su actividad profesional es la de vendedor de teléfonos celulares. Por eso cuenta, tras el accidente sonó mi teléfono y emocionado por primera vez pude ver cómo era uno, jamás olvidaré esa primera vez que puede ver uno. “Para todos un celular es lo más normal del mundo, es como un detalle sin importancia, pero para mí fue grandioso”
“Contesté, era mi esposa. Me hablaba del trabajo y me dijo que había tenido un extraño presentimiento y sintió miedo, por eso me llamó, para saber si me encontraba bien. Y le respondí: Seguramente Dios te avisó que efectivamente algo extraordinario me acaba de suceder”.
Cuando London le dijo a su esposa que ya podía ver, él pudo escuchar perfectamente cómo se le caía la bocina de la mano. Se salió inmediatamente de la oficina y llegó corriendo a la casa, todavía sin reponerse de la sorpresa tan grande que su marido le dio. “Nos pasamos el resto del día riendo y llorando de felicidad”, comenta Lorna, la esposa.
“Después de la alegría acudí al doctor para que me revisara; no lo podían creer, cómo pude recuperar la visión. Cuando menos unos doce expertos me revisaron, pero sólo me dijeron que el golpe en la cabeza me había vuelto a conectar el switch”.
DIOS LO ESCUCHÓ
“Yo por mi parte, tengo mi propia idea de lo que pasó. Todos los días, desde que recuerdo, le rogué a Dios que me regresara la vista. Y hasta donde mi entendimiento me lo permite, el Señor escuchó mis súplicas y me concedió el milagro”.
“Le diré gracias durante todo el resto de mi vida. Agradezco también a mi perro Bruno, porque si no se me hubiera atravesado en el momento oportuno y en el lugar exacto, aún seguiría ciego”.
“Y por siempre estaré agradecido con Dios por este regalo de recuperar mi visión”.
Y Créalo o No Así Fue… cómo un accidente ocasionado por su perro le devolvió el tesoro más preciado a Arthur…. ¡La vista!
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