Cuando hablamos de un ser psicológicamente independiente nos referimos a que es libre de todo tipo de relación obligatoria, por lo que carece de un comportamiento dirigido hacia los demás. Es decir, es totalmente libre de hacer lo que quiera sin depender de lo que digan o hagan los demás.
Sin lugar a dudas es complicado deshacerse de este tipo de dependencia, ya que el número de personas que se benefician de la mutua dependencia son muchas. Esto imposibilita muchas veces el abandono de la casa de los padres.
Cuando una persona abandona el nido se supone que tiene la posibilidad de convertirse en sí mismo. Se convierte en lo que en realidad es, viviendo y eligiendo comportamientos que la persona quiera.
Cuando dependemos de alguien, eso quiere decir que en esta relación no hemos hecho una elección, sino más bien que es una relación en la que te sientes obligado a hacer algo que no deseas y además por otro lado te ofende el tener que actuar así.
En ese sentido, más que la relación en sí misma lo que crea el problema es esa sensación de obligación, que crea culpa e indignación y rencores.
La independencia psicológica nos permite disfrutar de la vida en compañía de los demás y solos. Aquellas personas que la alcanzan son personas que han aprendido a no necesitar a los demás, pero que al mismo tiempo saben y lo pasan bien disfrutando de su compañía. Siempre como un plus, pero no como una necesidad vital.
Al saber disfrutar de su independencia también quedan libres de volverse vulnerables y esclavos de la relación con los demás. Alcanzar esa independencia es parte de un ciclo natural que todos deberíamos alcanzar. Se debe hacer de forma paulatina y sin que suponga una crisis. Es la culminación de un proceso que bien llevado es completamente sano y positivo.
Esta trampa de la excesiva dependencia se puede dar en las relaciones de padres e hijos, en la educación que les damos a nuestros hijos, relación de pareja, etc.
En cuanto a la relación padres-hijos y la educación que les damos, si queremos que sean niños y en un futuro adultos con confianza en sí mismos, que se realizan y que se sienten felices, esa misma actitud debemos tomar nosotros mismos. Los niños hacen lo que ven, así que no sirve de nada decirles una cosa y actuar de otra. Si ven que tú a ti misma te tratas como la persona más importante, ellos harán lo mismo consigo mismos. Si por el contrario ven que eres una persona llena de miedos y con baja autoestima ellos poco a poco imitarán y asimilarán lo mismo.
En cuanto al matrimonio se deben evitar las relaciones sumisas y dependientes 100% en todos los sentidos: económica, sentimental, social, etc. El dominio de una de las partes sobre la otra nos lleva a este tipo de relaciones de pareja nada beneficiosas para ninguna de las partes.
Independízate de la gente que te quite tus sueños y alegrías. ¡Buena Suerte!
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