No sé si es una historia real o una leyenda, pero como lo contaba mi abuela, que se lo contó a mi madre (quien decía que sí era real), ahora se las cuento yo!
La historia se remonta a los años 40’s, en una población del centro de México, donde se dice que había unos compadres que eran músicos y andaban taloneando -como se dice en ese medio-; pues bien, resulta que cierta noche les fue muy mal ni una tocada habían conseguido por el rumbo de la alianza y uno de ellos ya molesto le dice- oiga, compita Juan, no hemos hecho ni la cruz y mi niño está muy malito, — así es Pedrito, yo también tengo muchos compromisos para mañana,– dice Javier– Yo la verdad que si el diablo me dijera ahorita mismo que le tocara, le tocaba, les juro que sí… Y entre pláticas y comentarios llegaron a una esquina, y al detenerse, que divisan a un hombre muy trajeado, que se acerca a ellos y sonriendo les dice:
“Señores ¿serán tan amables de acompañarme a tocar a una fiesta?”
Javier en voz baja comenta a sus compañeros “ya dije si el mismito demonio me contrata, hasta el infierno le voy a tocar.’’
Y ellos le contestan al hombre.
¡Claro que sí! usted nada mas díganos dónde es y vamos.
–Bueno entonces síganme.
Y empezaron caminar cuadra tras cuadra, y el compa Juanito murmura, ‘ya me cansé y todavía no podemos llegar’. — Aguante, compita, recuerde que ocupa dinero, ademas creo que ya vamos llegando, y dice Javier!
–Sí, pero ¿ya se dieron cuenta que por aquí esta el panteón? – exclama Pedro-
No me vas a salir que tienes miedo, dice Juan, entonces interrumpe el trajeado: ‘Hemos llegado’.
Y abre un gran portón y se oye un rechinido como si no se hubiera engrasado en años. Pásenle están en su casa.
Adentro la luz era escasa, pero aún así vieron algo retirado, las siluetas de varios invitados, así que empezaron a tocar con ganas… Pero pasadas de las tres de la madrugada, comenta Juan: ‘Oigan, no se les hace que aquella se parece mucho a la difuntita Claudia?”
— Nombre, Juanito, estás desvariando,-dice Javier- mmm!, aunque viéndolo bien, aquel señor se parece mucho al viejo Zenón, ¿a poco no?–
Puras imaginaciones… sigan tocando- dice Pedro- y tu Juan, dile al señor que ya estuvo. Que si nos paga por favor pa’ irnos… ya me cansé!
__ Ejem!, disculpe, señor, pero ya estamos cansados y nos queremos ir.
–Ah!, sí, por el dinero, no se preocupen–, se mete la mano a la bolsa y saca unas monedas de oro. Solo les pido que toquen hasta antes del amanecer y si quieren llevarse comida llévense toda la que quieran…
Y así prosiguieron, y al cantar el primer gallo– el hombre les dice: “ya pueden irse”
— Y ni tardos ni perezosos, y aunque cansando, salen casi corriendo… y en el camino comenta Javier –nombre, yo me ajuerié! Una bolsa de pura carnita. Nosotros también, dice Juan. Pero bueno, mañana nos vemos; ahora a dormir.
Ya por la mañana, que se despierta Juan, buscándose las monedas de oro, quedó sorprendido al meterse las manos al bolsillo y encontrar unos huesos… y corriendo fue a ver la bolsa de comida y se sorprendió al encontrar cenizas y huesos.
Salió de prisa a encontrarse con Pedro, y antes de que dijera nada, Pedro dice: “Ya sé a que vienes, de seguro el méndigo de Javier nos está jugando una broma”
Pero Javier ya los estaba esperando, ‘ya sé a lo que vienen’. Molesto dice Juan ya déjate de bromitas y dinos qué está pasando,– contesta Javier ‘es lo mismo que yo digo’. Entonces exclama Pedro: ah!, pero ahorita nos la paga ese méndigo curro, vamos a buscarlo.
Y se van siguiendo la misma ruta de anoche.
— Oigan, estamos llegando al panteón!
Sí!, pero no va a ser ahí. Por aquí debe estar la casa, ya verán, comenta Pedro.
Pues quien sabe compadre! -exclama Juan- Mira, ese es el mismo portón de anoche.
Los tres quedaron sin habla… Un tétrico escalofrío recorrió todo su cuerpo, pensando que quizás le habían tocado al mismito diablo junto con todos los difuntitos del panteón… Y sin más, dieron la media vuelta y casi corriendo se alejaron rumbo a sus casas, sin comentar nada, pero con el terror reflejado en sus miradas.
Se dice que los tres amigos y compadres, murieron el año siguiente, tal vez por no soportar el recuerdo de lo que vivieron aquella noche en la que, aunque en broma, invocaron al mismísimo demonio, y éste se les apareció!….. Qué terror!!! ¿no cree usted?
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