“Yo tenía que ser más fuerte, pero el agua me ganó”, lamenta llorosa esta inmigrante tras perder a su hija de 9 años cuando cruzaba la frontera. “Nuestro país está mal”, dice una familiar, “pero aunque sea con frijolitos y tortillas uno tiene vivos a sus chamacos”.
Por Rubén Pereida y Jorge Carrasco
“Yo tenía que ser más fuerte, pero el agua me ganó”.
Araceli Franco apenas puede articular palabra. El llanto y los gritos de dolor le apagan la voz por momentos, cuando recuerda sus esfuerzos infructuosos para salvar a su hija de 9 años, Magabi, mientras se ahogaba en el río Bravo, en un viaje fatal a través de la frontera de México a Estados Unidos.
“Intenté de mil maneras nadar y nadar. Y sí pude nadar, pero la saqué muerta”, dice entre lamentos a Noticias Telemundo. “En unos instantes se me fue”.
El sábado pasado, cuando los oficiales de la Patrulla Fronteriza encontraron a la migrante guatemalteca en una isla del río, a su lado yacían Magabi y su hermano de tres años, Damián Alexander. Todos estaban inconscientes después de haber sido arrastrados por la corriente.
Los oficiales se apresuraron a reanimarlos con técnicas de primeros auxilios. La mujer y su hijo menor respondieron. Pero la niña fue declarada muerta poco después en un centro médico del Departamento de Bomberos de Eagle Pass, en Texas, según detalló en un comunicado este jueves el jefe de la Patrulla Fronteriza en el sector del río Bravo, Austin L. Skero II.
“Lo sentimos mucho”, recuerda la mujer que le dijeron los oficiales. Ella y su hijo, quien se encontraba en estado crítico, fueron trasladados luego a San Antonio, Texas, para recibir atención médica.
La tragedia de la familia Franco, que viajaba hacia Estados Unidos con la intención de reencontrarse con el padre de los niños —ambos de nacionalidad mexicana— sucede en un momento en que la frontera sur vive un dramático aumento del flujo de solicitantes de asilo, sobre todo de menores no acompañados.
El presidente, Joe Biden, recalcó el jueves que todas las familias migrantes que llegan desde México están siendo devueltas y que solo aceptarán la entrada de los niños que llegan sin compañía.
“Las únicas personas que no vamos a dejar sentadas del otro lado del río Bravo sin ayuda son los niños”, dijo el presidente en su primera conferencia de prensa en el cargo, mientras explicaba que los adultos solos y las familias serán enviadas de regreso a México, algo que ya negocia con sus contrapartes en el país vecino.
A pesar de que el mensaje de la Administración continúa siendo que la “frontera está cerrada”, cientos de migrantes continúan enfrentando peligrosos cruces de ríos y desiertos, y poniéndose en manos de traficantes de personas para llegar a Estados Unidos.
Desde el 1 de octubre, los agentes de la Patrulla Fronteriza en la ciudad de Eagle Pass y sus alrededores han “rescatado a más de 500 migrantes que intentaban ingresar ilegalmente al país”, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés).
El número de solicitantes de asilo crece cada día a un ritmo que tiene colapsados los centros de albergue y procesamiento en la frontera sur. Actualmente, hay más de 15,000 niños y adolescentes bajo la custodia del Gobierno, algunos alojados en centros de convenciones o en instalaciones de la Patrulla Fronteriza diseñadas para adultos y en condiciones de hacinamiento.
El Gobierno federal se ha negado a referirse a la actual situación humanitaria en la frontera como una crisis. En su lugar, el presidente sostuvo el jueves que “nada ha cambiado” en la frontera con México, cuando se le preguntó sobre el aumento dramático del flujo de migrantes. Defendió que se trata de un fenómeno que “ocurre todos los años”.
“Hay un repunte en los meses de invierno, ocurre todos los años. Tienen más posibilidades de viajar en invierno por las temperaturas y porque las circunstancias en sus países son las que son”, justificó
Araceli Franco no para de martirizarse porque siente que no fue suficiente para ayudar a ambos niños a llegar con vida al otro lado del río.
“Yo con mis dos hijos, obviamente para cuidar a uno descuidé al otro”, dice antes de ahogarse de nuevo entre sollozos.
Ahora su familia en Estados Unidos se replantea si valió la pena que la mujer emprendiera el peligroso viaje a través del río Bravo con sus hijos pequeños.
“Estamos destrozados por todo esto que está pasando”, dice a Noticias Telemundo Amalia Franco, tía de la niña fallecida. “Se acabaron las ilusiones, los sueños, la felicidad. Todo se acabó en un ratito”.
Y hace una amarga reflexión sobre la tragedia: “Nuestro país [Guatemala] está mal, pero aunque sea con frijolitos y tortillas uno tiene vivos a sus chamacos”.
El cuerpo de Magabi se encuentra en Texas, desde donde su madre y sus familiares en Indianapolis, Indiana, esperan poder trasladarla a esta segunda ciudad para darle el último adiós. La familia abrió una página de GoFundMe con la que esperan recolectar fondos para los gastos funerarios.
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