Una propuesta busca entregar 450 dólares a la semana a quienes regresen a sus puestos. Pero otros preferirían aumentar el dinero que reciben los desempleados.
Mientras el Congreso debate si apoyar más a los trabajadores y a la economía devastada por la pandemia de coronavirus, y cómo y con cuánto dinero hacerlo, los expertos advierten que el tiempo se está acabando.
“La evidencia que tenemos de la Gran Recesión es que el dinero de estímulo se quedó demasiado corto, y eso en realidad terminó alargando la recesión”, asegura Jeff Strohl, director de investigación del Centro para la Educación y Fuerza Laboral de la Universidad de Georgetown.
Una propuesta demócrata pretende ampliar los beneficios de desempleo que están recibiendo hasta 30 millones de ciudadanos hasta 600 dólares adicionales por semana hasta final del año. El programa, que forma parte del paquete de estímulo de de dos billones de dólares aprobado en marzo, expira a fines de julio.
El presidente, Donald Trump, y algunos legisladores republicanos señalan el sorprendente crecimiento de 2,5 millones de empleos en mayo como una razón para permitir que el programa caduque.
El director del Consejo Económico Nacional, Larry Kudlow, calificó los pagos semanales de 600 dólares como un “desincentivo”, argumentando que los trabajadores con salarios bajos optarían por quedarse en casa y ganar más que volviendo al trabajo.
La Casa Blanca y algunos republicanos del Congreso han propuesto en su lugar ofrecer alguna forma de bonificación por regresar al trabajo.
“El presidente está analizando una medida de reforma que proporcionaría algún tipo de bonificación por regresar al trabajo, pero no será tan grande y creará un incentivo para trabajar”, explicó Kudlow a CNN el domingo, sin ofrecer más detalles.
Una propuesta del senador republicano Rob Portman busca otorgar a los trabajadores que regresan 450 dólares adicionales por semana. Asimismo, el representante republicano Kevin Brady sugiere un bono de contratación de 1,200 dólares que permitiría a los trabajadores mantener sus pagos de 600 dólares por otras dos semanas una vez que estuvieran empleados de nuevo.
“Los políticos tienen que navegar este difícil acto de equilibrio. Habrá un momento en el que tenga sentido empujar a los trabajadores desempleados de vuelta al trabajo, pero si eso es ahora o no es una pregunta abierta”, afirmó el economista de la empresa Glassdoor Daniel Zhao.
Si bien la prestación por desempleo puede retrasar el reingreso a la fuerza laboral, este tipo de recesión hace que sea mucho más probable que los trabajadores están desempleados porque no pueden encontrar trabajo.
Las ofertas han disminuido en un 30% desde los niveles anteriores a la crisis. “Esto todavía está muy deprimido”, opina Zhao, “la proporción de trabajadores desempleados por vacantes está totalmente fuera de control”.
Strohl señala que casi la mitad de las pérdidas de empleo sse han producido en trabajadores con educación secundaria o inferior, lo que hace que los pagos suplementarios sean un paso crítico.
“Esos 600 dólares van a hacer o deshacer un hogar”, asegura.
Los programas regulares de desempleo, administrados por los estados, a menudo reponen menos de la mitad de lo que ganan los trabajadores. Los legisladores llegaron a un acuerdo de 600 dólares porque esa cantidad completa más o menos el salarios de los trabajadores.
Aunque es menos severa que la actual caída de empleo, la profundidad y duración de la Gran Recesión da una idea de cómo se comportan las personas cuando pierden sus empleos.
Al igual que esta crisis, la disminución de la demanda fue un factor clave que aumentó el desempleo. En 2010, la Reserva Federal de San Francisco indicó que si hay demanda y empleos disponibles, las personas vuelven a trabajar, y aquellos que reciben más beneficios de desempleo quedan sin trabajo apenas dos semanas más que quienes no los tienen.
Si bien los beneficios de desempleo mejorados han “protegido a millones de personas de las consecuencias financieras del desempleo”, cerrar el grifo de estímulo demasiado rápido “provocaría un aterrizaje financiero difícil para todos los que no han sido llamados a volver a trabajar”, asegura Ian Shepherdson, economista jefe en Pantheon Macroeconomics.
El Centro Americano para el Progreso, un grupo de expertos de izquierda, sugiere que la mayoría de los ciudadanos sin trabajo gastan sus beneficios en necesidades, ayudando a estimular la demanda y a impulsar la actividad económica.
“Muchos hogares simplemente no tienen los recursos para continuar pagando sus facturas y poner comida en la mesa en ausencia de los beneficios del seguro de desempleo”, señaló.
Con un estimado del 70% de la actividad económica del país generada por el gasto del consumidor, “poner dinero en los bolsillos de los estadounidenses ha permitido que continúe cierta cantidad de actividad económica”, dice Zhao.
Cortar esos pagos demasiado pronto podría superar cualquier recuperación económica, afirma Strohl. “Es más probable que 600 dólares complementen la demanda del consumidor, lo que conduciría a una recuperación más rápida”, explica, “con la conmoción de la demanda que estamos teniendo, esto suena como un caso tonto de centavos y libras”.
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