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El consumo humano de agua contaminada con bacterias ocasiona millones de muertes cada año en el mundo, principalmente entre los niños…
Una nueva tecnología de desinfección, basada en el uso de un filtro de papel, representa un método barato, sencillo y fácilmente transportable, basado en nanotecnología, para purificar agua potable.
Aunque se sabe desde hace siglos que la plata y otros metales semejantes tienen la capacidad de matar bacterias, nadie los había introducido en un papel para purificar agua potable. Theresa Dankovich, de la Universidad McGill en Canadá, abordó el reto. Ella encontró que una hoja de grueso papel de filtro con nanopartículas de plata integradas podía hacer precisamente eso, eliminando una a una amplia gama de microorganismos, incluyendo bacterias y algunos virus.
Continuó su investigación en la Universidad de Virginia, Estados unidos, ampliando el repertorio de nanopartículas integradas para incluir algunas hechas de cobre, que son muy baratas. Dankovich empezó también a realizar investigaciones de campo sobre aplicaciones de purificación de agua en Limpopo, Sudáfrica, así como en el norte de Ghana, Haití y Kenia.
Los ensayos más recientes se han hecho en África y Bangladesh.
En África, Dankovich y sus colaboradores querían ver si los filtros funcionarían con “agua real”, no con agua contaminada a propósito en el laboratorio. Un día, mientras estaban filtrando agua ligeramente contaminada de un canal de regadío, unos obreros cercanos les mostraron una zanja junto a una escuela de educación básica, donde se había vertido agua residual. El equipo de Dankovich encontró allí millones de bacterias; fue una prueba de fuego para la nueva tecnología.
Dankovich vierte agua de un pozo contaminado en un embudo que contiene un filtro de papel antimicrobiano para obtener agua potable limpia en un área rural de Bangladesh. (Foto: Ali Wilson)
Pero incluso con fuentes de agua altamente contaminadas como aquella, la tecnología de Dankovich y sus colegas puede depurarlas hasta alcanzar un 99,9 por ciento de pureza, logrando así niveles bacterianos comparables con los del agua potable estadounidense. Se filtra algo de plata y cobre procedente del papel recubierto con nanopartículas, pero la cantidad perdida en el agua es minúscula y está muy por debajo de los límites máximos aceptables para metales en el agua potable establecidos por la Agencia estadounidense de Protección Medioambiental (EPA) y la Organización Mundial de la Salud.
El año pasado, Dankovich creó una compañía sin ánimo de lucro, pAge Drinking Paper. En colaboración con la organización sin ánimo de lucro WATERisLIFE y con Brian Gartside, un diseñador, su compañía desarrolló un producto único que consiste esencialmente en un libro en el que cada página está impregnada con nanopartículas de metal antibacterianas. Cada página puede ser extraída del libro y situada en un dispositivo especial en el que se puede verter y filtrar agua. Una página puede limpiar hasta 100 litros (26 galones) de agua potable; un libro puede filtrar el agua que una persona necesitará durante cuatro años.
Ahora, en la Universidad de Carnegie Mellon, Dankovich está desarrollando aún más la tecnología y llevando a cabo más estudios de campo en comunidades rurales.
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