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Una lucha del bien contra el mal

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El cielo me lo dijo: Las corridas de toros no se acaban porque son…

 Cuando mi editor me preguntó que si podría escribir algo sobre las polémicas corridas de toros, porque Cataluña ya las dará por terminadas, y viera si eso podría sería el principio del final del espectáculo taurino.

–No sólo puedo, le dije, sino que será un placer darle la estocada final a esa tradición cruel y lucha tan dispareja en la que, si bien, han muerto unos 300 toreros, han sido miles los caídos en el otro bando y en peores circunstancias, y mientras unos salen siempre siendo vilmente arrastrados, regando su sangre en la arena, mientras los otros salen o en hombros, o en peor de los casos, con extremos cuidados en una camilla… Eso le dije al editor presumiendo unos datos que acababa de oír por allí y que ni siquiera sabía si eran ciertos. El editor sonrió malicioso. Empiezo a sospechar que ya descubrió mi táctica de decir siempre que sí sé, aunque no sepa.

 Yo estaba aseguro que encontraría razones convincentes que iluminarían a la opinión pública y bien pudiera ser que hasta lograra cortar oreja y rabo con mi artículo. De modo que empecé pluma en ristre mi trabajo; necesitaba información, porque las únicas veces que vi una corrida completa en vivo y a color fue en las fiestas del pueblo allaaaá cuando éramos pequeños el pueblo y yo… en los tiempos de la mitología.

Gracias a mis antenas cibernéticas pronto recopilé algo de información. En primer lugar es una tradición muy antigua, aunque durante el tiempo en que España estuvo dominada por los árabes (711-1492) no se permitieron las corridas por las mismas razones que no se deberían de permitir ahora. De cualquier modo en la Edad Media se usaba el rejoneo, los señores feudales, jinetes en buenos caballos, lidiaba al toro usando una larga caña como lanza. Era deporte de ricos, que abandonaron en el siglo XVIII, porque ya se les hacía poca cosa y poco noble. La plebe empezó a torear a pie y nacieron las corridas como ahora las conocemos. 

La corrida se empieza en la Plaza de toros con el desfile de entrada, “paseíllo” empezando con dos alguaciles que van a caballo, y que irán al “trono” del presidente y juez de plaza a pedir simbólicamente la llave de los toriles. Detrás van tres toreros, seguidos por tres banderilleros y dos picadores. Sin que falten al final los mozos con las mulas de arrastre (que son los encargados de retirar de la plaza el toro muerto).

Sin embargo tenía idea de que algo me faltaba, recordaba que la corrida se divide en tres partes llamadas tercios, uno donde se torea con capote y entra el picador, luego las banderillas y el último tercio se torea con la capa y se mata al toro… y el cambio de tercio indica con el toque de un clarín; en eso estaba meditando, cuando de repente oí la música de arpas y trompetas y me di cuenta que estaba a punto de recibir una inspiración divina ¡Por esta!.  casi, casi que como una señal, como por inspiración divina, clarito me llegó el mensaje de que las corridas de toros no podían terminar todavía, porque eran un auto de fe….  y otra vez me tuve que poner a estudiar, apenas estaba entendiendo las partes de una corrida de toros y ahora tenía que averiguar lo que era un auto de fe, porque yo lo que entendía por un auto de fe era mi carrito viejo que requería de mucha fe para que me llevara de un lado a otro sin dejarme tirado… pero no;  un auto de fe era una ceremonia de la inquisición en que se castigaba a los herejes o se les convertía.. Era una lucha contra el mal, contra el diablo… A los herejes se les quemaba en una hoguera y la ceremonia se hacía cuando se juntaban muchos para quemar. Fue una de las razones por las que los españoles se asustaron y se escandalizaron cuando vieron que en México se les sacaba el corazón a los sacrificados… ¡Eso era horrible! ¡Ignorantes! Los españoles sabían que a Dios le gustaban los hombres rostizados, no acuchillados…

  Sí, también en los autos de fe había un desfile y había un juez y las autoridades estaban presentes… ¡Sí!!!!  Las corridas de toros no eran otra cosa más que un auto de fe: una lucha del bien contra el mal…  San Jorge matando al dragón, San Miguel con su espada derrotando al cuernudo demonio.  Con razón la iglesia nunca dijo nada sobre la crueldad de esas fiestas. ¡Se estaba matando al diablo! Con razón nadie criticó los trajes de los toreros que en la calle provocarían sospechas y burlas ¡Eran ángeles derrotando al maldito demonio!, por eso no tienen figura corporal como nosotros… y ¿quién se pude atrever a defender al cuernudo negro y feo, si es el mismísimo diablo?

 … Ahora no estoy muy seguro si fueron arpas, música o inspiración divina la que tuve, (Me dijeron que atoré el tráfico en una luz verde y que me pitaron mucho) pero sí estoy casi, casi seguro que las corridas de toros no van a terminar, porque en el subconsciente y el inconsciente de los pueblos religiosos y católicos se trata de la lucha contra el mal….. y en el consciente de los empresarios se trata de la lucha por los millones que deja un viejo negocio…

Salud y saludos y hasta la próxima…
licvidriera@aol.com

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