Pretenden asegurarse de que encontraron a la pareja ideal y el rechazo a los formalismos sociales son algunas de las razones más comunes, que argumentan cada vez más parejas que deciden vivir en unión libre por algún tiempo antes de firmar un contrato matrimonial, ya sea civil o religioso.
Lo cierto es que la vida en común, ya sea en unión libre o matrimonio, es la misma y ninguna situación es mejor que otra, coinciden terapeutas de pareja.
Las relaciones siempre tienen una dosis de experimento y aventura y nada es certero, explica Valeria Villa, investigadora del Instituto de la Familia.
“La unión libre tiene las mismas ventajas y desventajas que el matrimonio. En un estado o en el otro, las parejas deben aprender a convivir y a analizar las diferencias y buscar la manera de resolverlas” dice la experta.
Villa indica que tanto las parejas en unión libre como las casadas deben ser capaces de establecer una relación de armonía e igualdad de condiciones y en donde predominen los acuerdos mutuos y las negociaciones.
“Los miembros de la pareja deben estar conscientes de que al unirse a otra persona, ya sea casado o sólo en amasiato, se trata de vivir y convivir en un espacio nuevo en donde todas las reglas cambian. Así mismo no perder de vista que la separación es igual de dolorosa en ambos casos”, precisa Angélica García, terapeuta de parejas.
La también terapeuta comenta que tradicionalmente se creía que las parejas qué establecían un contrato civil estaban más protegidas al asumir una serie de derechos y obligaciones. Sin embargo, asegura Villa, en la actualidad la legislación de prácticamente todos los países de occidente, también protegen a las parejas que viven en unión libre, así como a sus hijos.
“Existe la fantasía de que la unión de las parejas es sólida y definitiva cuando se casan, pero datos del INEGI del 2000 revelan que un 50 por ciento de las parejas que contraen nupcias se divorcian”, señala.
En contraste, la psicóloga Mónica Bulnes de Lara, directora de Formación Integral para la Familia, indica que, de acuerdo con datos del INEGI, las parejas que viven en unión libre duran menos tiempo juntas que aquellas que se casan.
“Cuando los miembros de la pareja tienen en la mente que sólo están a prueba y que no hay nada formal es más fácil que su relación concluya”, puntualiza.
Convicción contra imposición
Para Villa es muy importante que quienes deciden vivir en unión libre lo hagan por convicción y no por imposición, de la otra parte, que suele ser principalmente del hombre, ya que esto provoca resentimientos en el miembro de la pareja que sí desea contraer nupcias.
“Muchas mujeres acceden a vivir en unión libre con su pareja cuando en realidad desean casarse porque si no lo hacen consideran que no son lo suficientemente valiosas”, explica.
Otro fenómeno que se presenta en las parejas que viven en unión libre es que cuando atraviesan por conflictos deciden casarse porque creen que el contrato acabará con los problemas, lo cual es una gran mentira.
“El matrimonio es un ritual de pasaje, esto quiere decir que los miembros de la pareja dejan de ser solteros y lo anuncian socialmente. Y dentro de ese ritual, implícitamente también anuncian aquella mujer o tal varón me pertenece”.
En suma, se puede decir que el vivir ya sea en unión libre o en matrimonio implica el compromiso moral y permanente entre un hombre y una mujer, para amarse respetarse por el resto de la vida.
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