A muchos políticos republicanos les encanta presumir ser miembros prominentes del Partido de los Valores Familiares, así con mayúsculas.
Es el mismo partido que en la pasada administración puso en marcha la cruel e inhumana separación de familias migrantes, la misma que instaló alambres de púas y desplegó guardias nacionales en la frontera con México para bloquear el pedido de auxilio de madres, padres y menores de edad huyendo del hambre, la violencia o de gobiernos totalitarios.
Su más reciente artimaña política fue estelarizada por el gobernador del Partido Republicano, Ron DeSantis, de Florida, quien en su afán por competir en el concurso de carencia de humanismo, envió con engaños y promesas falsas, a medio centenar de migrantes venezolanos desde Texas, no Florida, a la isla de Martha’s Vineyards, para “castigar” a los políticos de estados demócratas.
No es la primera vez que la clase política explota a los inmigrantes –especialmente los migrantes color café con leche procedentes de América Latina. Los demócratas también lo han hecho con promesas falsas de reforma migratoria y se han acercado a nuestra comunidad tardíamente o cuando la necesitan para ganar elecciones.
Pero las acciones de Ron DeSantis y de su compadre texano Gregg Abbott, alcanzan un nuevo nivel de insensibilidad y falta de vergüenza. “Nuestros clientes fueron inducidos a abordar aviones y cruzar fronteras estatales con pretextos falsos. Varias personas, en colaboración con el gobernador de Florida, hicieron numerosas promesas falsas a nuestros clientes, incluidas oportunidades de trabajo, educación para sus hijos y asistencia de inmigración, para inducirlos a viajar”, denunciaron los abogados de los venezolanos Lawyers for Human Rights (LHR).
De hecho, los migrantes pensaban que se dirigían a un empleo en Boston y sólo se enteraron de que eran trasladados a Martha’s Vineyard, la exclusiva zona veraniega de políticos y personalidades, hasta que estaban en vuelo. Los abogados pidieron a la procuradora de Massachussets iniciar una investigación criminal contra DeSantis. Pero ya se le adelantó el Sheriff de Bexar County en Texas, Javier Salazar, quien lo calificó como un abuso a los derechos humanos.
Cuando los migrantes llegaron a Martha’s Vineyard fueron recibidos con los brazos abiertos. Aunque sólo estuvieron allí unas 44 horas, su caso fue un claro recordatorio que en algunos estados son bienvenidos y necesitados. Varios de ellos sensibilizaron a los residentes de la isla, y a todo el país a través de la prensa, de la odisea personal que representa huir de un país como Venezuela.
Ojalá que la artimaña de DeSantis tenga un costo político claro, o legal si violó la ley. Lo mismo que para Abbott, que ha gastado 12 millones enviando a migrantes a Washington, Nueva York o Chicago.
Hay una razón por la cual el número de venezolanos, cubanos y nicaragüenses aumentó 175%. Huyen de la pobreza y el totalitarismo. Ahora los votantes estadounidenses saben con claridad cómo los reciben los candidatos del partido de los valores familiares, como peones explotables con fines políticos.
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