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ANSIEDAD ANTE LA INCERTIDUMBRE POSTELECTORAL

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A días de haberse realizado la elección presidencial más determinante en la historia reciente de Estados Unidos, los niveles de ansiedad comienzan a dispararse debido a los diversos escenarios que se viven. Hoy es jueves y aún no se sabe a ciencia cierta quien será nuestro presidente por los siguientes 4 años. Si Donald Trump y sus políticas controversiales seguirán al mando de la nación o si por el contrario, que esta elección culmine en un cambio de mando; y la incertidumbre aumenta ya que el presidente, al verse en riesgo de perder la reelección está declarando, como la ha venido haciendo desde hace semanas, que hubo “fraude” y puede ser que arme un zafarrancho que termine en los tribunales.

Es entre esas dos aguas políticas que la conciencia nacional estadounidense se debate en estos días, impulsando una participación inusitada en el voto por adelantado, que ha dado una cifra que sorprende por el nivel alcanzado: más de 80 millones de electores han ejercido su derecho al voto antes del 3 de noviembre.

Y la presidencia de Trump es tan caótica que incluso el ejercicio de una elección se torna en un evento traumático por la incertidumbre ante la reacción que él pueda tener si es Joe Biden quien finalmente triunfa. Precisamente en ese sentido, el mandatario armó a lo largo de su campaña una trama discursiva, con no poca violencia verbal, en la que utiliza términos como “fraude” y la sembró duda en las instituciones de vigilancia electoral, sobre todo si no le favorecen al final. Fue preparando mañosamente el terreno entre los suyos para declararse ‘vencedor’ antes de tiempo, como así lo hizo.

Es decir, sucede que, si usted no apoya a Trump, piense lo que supondría para este país que él sea reelecto o que se las ingenie para impugnar los resultados si pierde y el drama culmine ante la consideración de una Corte Suprema que acaba de galvanizar su mayoría conservadora con el expedito ascenso de la jueza Amy Coney Barrett.

Si usted no apoya Trump, le puede provocar hasta insomnio la posibilidad de que sea reelecto y que haya que atravesar cuatro años adicionales que prometen ser peor que los que estamos a punto de culminar. Porque no le quepa duda de que el presidente vendrá dispuesto a todo para solidificar lo peor de sus políticas públicas y para cristalizar promesas incumplidas, entre otras deshacer el Obamacare y construir un muro en la frontera, los dos temas que han sido el hilo conductor de sus más visibles batallas, pero sin olvidar el daño que su administración ha infligido a miles de familias inmigrantes al separarlas en la frontera.

Y si no es reelecto, provoca ansiedad el solo pensar qué se sacará de la manga Trump para argumentar que le “robaron” la elección, porque ese ha sido su grito de guerra en la contienda de 2020, que “hay fraude”, sobre todo en el voto por correo, aunque no sea cierto y aunque no tenga pruebas para sustentar sus alegatos. Es decir, su espectáculo político, solo digerido por quienes lo siguen a fe ciega, tiene la intención de presentarse públicamente como “víctima” de antemano, sin darse cuenta de que el resto de la población sabe que es un recurso bastante viejo en toda lid política.  

Da dolor de cabeza solo pensar que esta elección termine en una batalla legal, porque Trump lleva meses anunciando que la única forma en que no sea reelecto es porque haya “fraude”, cuando el único fraude verdadero es el uso de la mentira, las noticias falsas y las teorías de la conspiración que solo su bando le cree.

Cuán irónico sería que el virus que Trump ha tratado de barrer bajo la alfombra sea el que le cueste la reelección.

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