Siempre le digo a quien me pregunta, que de volver a nacer, quisiera ser de nuevo periodista. No existe, a mi parecer, una profesión más noble y apasionante. (O será quizás porque ¡no sé hacer otra co
Siempre le digo a quien me pregunta, que de volver a nacer, quisiera ser de nuevo periodista. No existe, a mi parecer, una profesión más noble y apasionante. (O será quizás porque ¡no sé hacer otra cosa en la vida!) El caso es que disfruto muchísimo, sobre todo, cuando tengo la oportunidad de viajar a sitios remotos, reportar sobre eventos extraordinarios y también conocer a todo tipo de personas y personajes. Sin embargo, les confieso, que en una ocasión en particular, no fue nada placentero realizar una entrevista. Todo lo contrario. Fue allá por el año 2000, cuando viaje a hasta el Pabellón de los Condenados a Muerte en la cárcel de Livingston, Texas. El mexicano Angel Maturino Resendiz, mejor conocido como el “Asesino de las Vías”. Él había recibido una gran cantidad de solicitudes de entrevistas por parte de varios medios de comunicación, incluso de otros continentes, todos estos interesados de conocer, de primera mano, los motivos y detalles de sus horripilantes crímenes en serie.
Él mismo decidió -porque es un derecho de los que van a ser ejecutados en Texas-, que fuera este servidor (dentro de una larga lista) la primera persona en entrevistarlo. Claro que no es motivo de orgullo, tratándose del homicida de al menos de 24 personas, entre hombres y mujeres de distintas edades. Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente profesional, tuve la oportunidad de obtener su testimonio antes que nadie. Créanme ustedes que todo eso fue lo de menos, al momento de estar frente a frente con quien también llegó a estar en la lista de los 10 más buscados en el mundo por el FBI. Su sola presencia, a través de un vidrio blindado, hizo que se me enchinara la piel. Es difícil describirlo con palabras, pero es como si estuviera frente a frente con la maldad.
No cabe duda que el hombre era un desequilibrado mental, pero al mismo tiempo me di cuenta de que era brillante y por supuesto muy astuto. A lo largo de los 45 minutos que duró nuestra conversación, jamás expresó el menor remordimiento y en cambio, describió con lujo de detalle la forma en que mató y violó a varias de sus víctimas, todas ellas, de este lado de la frontera y todas ellas en los alrededores de las vías del tren (de ahí el sobrenombre). Recuerdo también su total indiferencia cuando le pregunté si le tenía miedo a la muerte. Evidentemente, no era algo que le preocupara demasiado. Salí de la prisión satisfecho por haber logrado una primicia, pero al mismo tiempo me invadió una extraña mezcla de vacío, tristeza y cansancio como nunca antes había sentido. Era como si la experiencia me hubiera absorbido todo el ánimo y la energía….
Le platico todo esto, porque en esta misma semana, voy a entrevistar a otro mexicano condenado a la pena capital en Texas por haber violado y asesinado de manera brutal a dos jovencitas de 14 y 16 años, respectivamente, en 1993. José Ernesto Medellín, actualmente de 33 años y originario de Nuevo Laredo, Tamaulipas, quien tiene fecha de ejecución para el próximo 5 de agosto. Y para serle honesto, siento un hueco en el estómago. No se, aún, que esperar de este nuevo encuentro con un sanguinario criminal en la antesala de la muerte. De eso, les platicaré la próxima semana….. Digan lo que digan….
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