La Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos protege los derechos a la libertad de religión y a la libertad de expresión sin interferencia del gobierno. O sea, todos tenemos derecho a manifestarnos libremente, aunque la realidad es otra.
Las protestas por la muerte de George
Floyd, siguen en diversos estados. Y seguirán más fuertes aún tras la muerte de otro hombre afroamericano en Atlanta, por parte de la policía, quien le disparó por la espalda por resistirse a que le pusieran las esposas, tras el test de alcoholemia. Esto a un mes de la muerte de Floyd.
Balas de goma y gases lacrimógenos
Para controlar estas protestas, la policía usa balas de goma, que generalmente tienen un núcleo de metal, el uso de estas ha provocado indignación. En las redes sociales se ven imágenes de personas que perdieron un ojo o sufrieron otras lesiones.
“Cuando se dispara a corta distancia, pueden penetrar en la piel, romper huesos, fracturar el cráneo y hacer explotar el globo ocular, incluidas lesiones en el bazo y el intestino, junto con los principales vasos sanguíneos”, dijo el doctor Robert Glatter, médico de emergencias en la ciudad de Nueva York.
Los gases lacrimógenos en medio de la pandemia son un peligro.
Pueden dañar el cuerpo de manera que incrementa la propagación del virus al quemar la piel y las vías respiratorias cuando se inhala. Aumenta la susceptibilidad a los patógenos, a los virus”, dijo Sven-Eric Jordt, investigador de la Universidad de Duke.
Lamentablemente el uso de estas armas ‘no letales’ es constante y sin prevención alguna por aquellos que supuestamente están para protegernos, las ironías de la vida, ¡qué dilema!
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