Dos asuntos generados en México la semana pasada han levantado una enorme controversia entre nuestra comunidad latina. Son cuestiones que tienen que ver con “moralidad”
Por: José Martín Sámano
“…La indignación moral no es más que envidia con aureola…” George Herbert, poeta religioso inglés.
Dos asuntos generados en México la semana pasada han levantado una enorme controversia entre nuestra comunidad latina. Son cuestiones que tienen que ver con “moralidad” o al menos de la perspectiva con la que cada quien decide si un acto es indecente o no.
El primero va de la mano con la política conservadora del gobernante Partido Acción Nacional (PAN) en Guanajuato. Resulta que el Alcalde de la capital del estado, Eduardo Romero Hicks, pretendía junto con 10 de sus regidores, castigar hasta con un aproximado de 130 dólares, las palabras o “tocamientos obscenos” que se realizaran en público. Bueno, hasta ahí podríamos pensar que se trataba de una buena causa en favor de la imagen ciudadana.
Pero el señor Alcalde de inmediato se metió en camisa de once varas al ser cuestionado por la prensa. Dijo, palabras más, palabras menos, que en esa medida estarían incluidos los “besos olímpicos” (así los calificó). ¡Hágame usted el favor! Número uno: ¿qué organismo deportivo iba a decidir si un beso alcanza tan gloriosa categoría? Número dos: ¿cuál sería el límite de tolerancia? Y número tres: ¿qué de malo hay en un beso apasionado en una de las ciudades más románticas?
La ciudad de Guanajuato es visitada cada año por millones de turistas de todo el planeta. Además de sus monumentos históricos, sus edificios coloniales y su Festival Internacional Cervantino, es famosa por sus calles empedradas y en particular por el llamado “Callejón del Beso” donde millones de parejas se han manifestado su amor, precisamente a besos.
Vino de inmediato el escándalo y la burla. ¡Con decirle que hasta en la Ciudad de México hubo manifestaciones en contra! Pero, como al fin y al cabo se trataba de un asunto político, el propio Gobernador del estado -también panista-, tuvo que salir al quite para decir que se negaba a publicar el dichoso reglamento.
El segundo de los temas que le menciono es el de las minifaldas y los escotes. Resulta que durante el Sexto Encuentro Mundial de las Familias que recién se llevó a cabo en la capital mexicana, un obispo católico de República Dominicana, si no mal recuerdo, declaró que las mujeres son las culpables de las agresiones sexuales por parte de los hombres. Son ellas, aseguró, quienes los provocan con sus escotes y sus minifaldas.
Ya se imaginará las reacciones, sobre todo de muchas mujeres que tanto han luchado por la igualdad. Imaginará también el enojo de quienes sin haber vestido ropa provocativa, han sido víctimas de sacerdotes abusadores y pederastas. Al mismo tiempo, sin embargo, también surgieron numerosas voces de apoyo a estas polémicas declaraciones.
En fin, que en este mundo moderno y sobre todo en cuestiones de moral, nada es verdad ni es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira…. Digan lo que digan.
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