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Bobby Salcedo y la educación

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Lo llamaban “Bobby”. Su nombre completo: Agustín Roberto Salcedo. Muchos como yo, nunca tuvimos la oportunidad de conocerlo en persona, nunca le dirigimos la palabra, nunca lo vimos cautivar a…

Por: Dr. Humberto Caspa

 Lo llamaban “Bobby”.  Su nombre completo: Agustín Roberto Salcedo.  Muchos como yo, nunca tuvimos la oportunidad de conocerlo en persona, nunca le dirigimos la palabra, nunca lo vimos cautivar a la gente con sus dotes de orador y nunca tuvimos el privilegio de escuchar uno de sus ocasionales chistes que, según cuentan sus compañeros, levantaba el espíritu del más desanimado.

 Sin embargo, muchos de nosotros nos damos cuenta que hemos perdido a una verdadera joya social, a un personaje que, desde el inicio mismo de su vida, se dedicó a la educación de la gente, a los niños y a la superación de los adolescentes.

  A Bobby Salcedo le importaba que los de “abajo” tuvieran igual representación que los de “arriba”, que el estudiante de Mountain View High School tuviera los mismos recursos y privilegios académicos que un estudiante de Beverly Hills.   Para Bobby Salcedo la educación era el principio y el fin de las metas del individuo, el mundo donde la ciencia y la razón abundan y los mitos y la ignorancia desaparecen.

 Sus padres inmigraron desde Guadalajara, México, al Este de Los Angeles cuando su hermana mayor apenas podía caminar y él ni siquiera estaba contemplado en la mente de sus progenitores.

  Luego su familia se asentó en la ciudad de El Monte.  Allí, Bobby Salcedo, seguramente juró enfrentar a los espíritus nocivos de sociedad, a las pandillas, a la droga, a todo lo que perturba la mente del estudiante angelino.

  La educación fue su escudo, su arma letal contra los males de la sociedad.

  Bobby Salcedo estaba a unos meses de recibir el título de Doctor en Educación por la Universidad de Los Angeles y a unos pasos de completar sus proyectos a corto plazo.

  Empero, una guerra sin cuartel que agobia la sociedad mexicana acabó con sus sueños y le quitó una esperanza real a la comunidad latina.

  Las palabras del alcalde de El Monte, André Quintero, son precisas y muy claras cuando reconoció que la vida de Bobby Salcedo representa “una gran pérdida; [fue un gran] educador, un líder que tenía proyectos en manos”.

  Bobby Salcedo se fue, dejó un hueco en la comunidad latina, pero también nos hace recordar que la educación, a pesar de que ya no garantiza la estabilidad económica del individuo, es el mecanismo más idóneo para enfrentar los retos de la vida, la mezquindad de la ignorancia, el racismo, los prejuicios sociales y las inequidades del sistema económico, político y social.

 Como quién dice por allá, la educación “abre los ojos de la gente”. Una persona educada no sólo entiende sino también propone cuando contempla cuestiones económicas, científicas o filosóficas.   Tales preguntas como, de dónde viene el dinero, qué es el valor, por qué unos tienen más que otros, o por qué algunos países son menos desarrollados que otros, por qué existe el racismo, son dilucidados con objetividad y lealtad académica.

  Una persona educada separa el conocimiento (la razón) de la fe (religión) para entender, con cabalidad, los problemas sociales.

 Estoy seguro que Bobby Salcedo no buscó un doctorado para encontrar más remuneraciones económicas.  Por el contrario, su intención probablemente fue expandir sus conocimientos para entender con más ahínco las relaciones humanas, particularmente de la gente latina con relación a los otros grupos sociales.

  A pocos días de su partida, la ciudad de El Monte está de luto.  Sus colegas, amigos y estudiantes de Mountain View High recuerdan con solemnidad sus proezas y su ejemplo.  Bobby Salcedo se fue, pero su inclinación por la educación nos deja un campo amplio para la superación.

Dr. Humberto Caspa es profesor universitario. E-mail: hcletters@yahoo.com

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