La política, o más concretamente su estrategia, no va a cambiar. La estrategia política en América Latina o en Asia o en algún otro lugar del mundo, es muy similar a la que se practica en Estados Unidos.
La política está relacionada con el poder. Cómo es que llegamos a la máxima cúspide del gobierno, dirían algunos asociados políticos que practican la política como medio de vida.
Recientemente resurgió la controversia que propiciaron algunos terroristas en Benghazi, Libia. En el incidente murieron cuatro personas, incluyendo el embajador Christopher Stevens. Inicialmente se pensó que fue un caso espontáneo, de un movimiento social que, en medio del desorden y descontrol, cometieron atrocidades deleznables y que, sin embargo, deberían ser sancionados.
Después de una investigación periodística y luego del reconocimiento de los propios oficiales de la Administración Obama, se pudo comprobar que fue un atentado terrorista coordinado por elemento contrarios a los intereses norteamericanos y a los del propio Libia.
Durante el proceso de las elecciones de 1912, los republicanos empujaron la agenda de Benghazi contra la reelección del presidente Barack Obama. En un momento crucial del proceso electoral pensaron que este incidente podría convertirse en el “caballo de guerra” contra su reelección.
El historial de Obama, en torno a cuestiones internaciones, sino brillante por lo menos ha sido ponderable. Dio un golpe a los terroristas con la muerte de Osama Bin Laden, retiró paulatinamente las fuerzas militares estadounidenses de Irak y Afganistán. Promesas de Obama que se cumplían al pie de la letra. Asimismo, la campaña militar triunfante en Libia simplemente no dio espació para criticar al Presidente.
En consecuencia, toda la estrategia de Mitt Romney, candidato de los republicanos, se centró en Benghazi. En el segundo debate presidencial, Romney criticó al presidente, argumentando que su administración no reconoció a dicho incidente como un atentado terrorista porque quiso sacar beneficios políticos.
Al final, Romney quedó mal. La misma coordinadora del debate documentó que el Presidente había pronunciado al incidente como un atentado terrorista. La estrategia de Benghazi contra Obama murió ahí.
Sin embargo, los estrategas republicanos resucitaron al “caballo de guerra” de Behghazi. Su enemigo ya no es el Obama, sino la figura política más popular de los demócratas y de todo el país. Su blanco es Hillary Rodham Clinton, presunta candidata de los demócratas en las elecciones presidenciales de 2016.
El ataque de los estrategas republicanos contra Clinton no es ninguna sorpresa. Si hubiera elecciones en este momento, Hillary R. Clinton sería elegida por una mayoría de su partido, otra mayoría del voto moderado y una buena parte de conservadores. Su gestión en la Secretaria de Estado tuvo resultados positivos.
Su esposo, el ex presidente Bill Clinton, comentó que no deberíamos especular con la participación de su esposa en las elecciones presidenciales de 2016. La candidatura de Hillary es “el peor gasto [político] de nuestros tiempos”, sintetizó en una entrevista.
Hillary Rodham Clinton está llamada a ser historia. Se nota en su temperamento, sus ideas y sus sueños. Seguramente de niña, una vez que hizo conciencia política, se le metió en la cabeza de que quería ser presidente de Estados Unidos. Los republicanos ya diseñaron su estrategia para coartar esos sueños.
Empero, el “caballo de guerra” de Benghazi perdió una batalla con Obama y denota ser un caballo perdedor. No es una buena estrategia.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Ecomonics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com.
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