Para muchas personas, se ha normalizado el espectáculo anual de un posible cierre del gobierno federal ante los crónicos desacuerdos presupuestales en el Congreso.
Pero una normalización de la disfuncionalidad política en Washington es inaceptable porque las principales víctimas son los más vulnerables entre nosotros:
Si el gobierno federal queda paralizado a partir del primer minuto de octubre, alrededor de 6.7 millones de beneficiarios del programa WIC –estamos hablando de mujeres embarazadas y niños de familias de bajos ingresos principalmente—quedarán casi de inmediato sin acceso al apoyo federal.
“La gran mayoría de los participantes de WIC verían una reducción y eliminación inmediata de esos beneficios, lo que significa que la asistencia nutricional que se brinda no estaría disponible”, advirtió esta semana el secretario de agricultura, Tom Vilsack.
Pero eso no es todo. Otras 40 millones de personas de hogares de bajos ingresos, que reciben cupones de alimentos a través del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) podrían dejar de recibirlos a partir de noviembre, toda vez que forman parte de la Ley del Campo, cuya renovación está también en riesgo.
Cientos de miles de agricultores, granjeros y ganaderos también dejarán de recibir apoyo o préstamos. Millones de trabajadores federales en posiciones no esenciales no recibirán su salario durante la duración del cierre, como tampoco el personal crítico–controladores aéreos, servicios de emergencia. Estos últimos deben trabajar sin goce de sueldo.
Y cuando se tome en cuenta que seis de cada 10 trabajadores federales se encuentran trabajando para agencias como el departamento de seguridad nacional con el departamento de defensa y el departamento de asuntos de veteranos, un cierre también tiene implicaciones de seguridad nacional.
Un cierre también tiene el potencial de afectar los planes de viaje de cientos de miles de personas, toda vez que quedará suspendida la emisión de pasaportes o de visas, debido al cierre de las oficinas en el extranjero del Departamento de Estado.
Para la economía estadounidense, un cierre del gobierno podría representar una reducción del crecimiento económico de al menos 0.2% a la semana, de acuerdo con estimaciones de la correduría Goldman Sachs. Aunque sería un tropiezo temporal.
En pocas palabras, un cierre del gobierno tendría enormes consecuencias, muchas de ellas impredecibles. Y todo porque un puñado de legisladores republicanos han colocado el presupuesto y la credibilidad de Estados Unidos como rehén de una agenda conservadora.
Tuvo razón el presidente Biden cuando apeló al público de Estados Unidos a dejar de votar por aquellos políticos conservadores que están dispuestos a dejar a cerrar el gobierno. “Financiar al gobierno es una de las responsabilidades más básicas y fundamentales del Congreso y si los republicanos en la Cámara no comienzan a
hacer su trabajo, deberíamos dejar de elegirlos”.
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