Toda pareja locamente enamorada tiene que ventilar sus diferencias de vez en cuando. Pero, ¿qué pasa cuando él y ella se pelean constantemente por la misma condenada cosa, y no hay manera de hallar la
Toda pareja locamente enamorada tiene que ventilar sus diferencias de vez en cuando. Pero, ¿qué pasa cuando él y ella se pelean constantemente por la misma condenada cosa, y no hay manera de hallar la solución?
Tal vez lo que más te molesta a ti sea su descuido con el dinero, mientras que tu excesiva frugalidad lo enerva a él. O quizás sea su estudio de vida descuidado lo que atormenta a la perfeccionista que llevas dentro, pero él contraataca advirtiéndote que tienes que despojarte de tu visión obsesiva. Dinero, amigos, carreras… cualquiera que sea el punto espinoso, si los dos no llegan a un compromiso, pueden estar creando las bases de una seria contienda con potencial suficiente como para destruir un romance.
Relación Maltrecha
Existen infinidad de cosas y situaciones que “inyectan combustible” a las diferencias y fricciones entre parejas, una de ellas es cuando el hombre se convierte en un ‘comodino’ y deja toda la responsabilidad y decisiones a su pareja. “Estoy cansada de resolvérselo todo a mi hombre”. dice Lore, una supervisora de 29 años. La joven ama a Robert, enfermero de 32 años con el que vive desde hace dos años y medio, pero dice estar hasta la coronilla de ser ella quien se lo resuelve todo. Al principio, cuando aún no vivían juntos, lejos de molestarle, disfrutaba haciendo cositas por él; lo ayudaba, por ejemplo, a escoger la ropa para una entrevista de trabajo y en detalles por el estilo. “Pero pronto me tocó estar al tanto de sus citas de negocio, recordarle el pago del teléfono y organizar nuestros fines de semana”, cuenta Lore.
“Robert es muy trabajador e inteligente, pero me deja toda la carga y las responsabilidades de la casa. El cumple con trabajar y darme parte de su cheque, y de los demás yo me debo de encargar y para colmo, es muy amigo de no tomar decisiones o posponerlas hasta que yo decida… Eso me tiene harta”, dice Lore. Para la especialista y terapeuta Leslie Karsner, el dilema entre Lore y Robert se reduce a la diferencia entre sus personalidades. Ella es una perfeccionista súper organizada, mientras que él es ‘comodino’ que precisamente por eso, por comodidad no hace caso de los detalles. Pero, según Karsner, hay un nivel en el cual se tiene que aceptar a tu compañero por lo que es. “Es inútil que Lore espere que su pareja se vuelva más ordenado, igual que él no puede dar por hecho que ella se va a volver más despreocupada.
Pero el contraste de personalidades no es necesariamente una calamidad para la relación; a veces es indicio de que tienes que retomar las cosas y dejar que él se encargue de algo, lo que sea, bajo su propio riesgo. No puedes romper un ciclo de malos hábitos si sigues acudiendo al rescate de tu hombre, dice Karsner. “Si Robert se olvida de las cosas o comete errores, ése será su problema, y eventualmente buscará una salida”.
Entre tanto, Robert debe entender que para Lore representa una enorme tensión ocuparse de las cosas de los dos, y debe hacer un esfuerzo para hacerle más ligera la carga. Lo recomendable en estos casos, es hablar sobre el asunto, pero con calma, y ambos comprometerse a hacer un verdadero esfuerzo por mejorar la relación, aunque deben ser realistas y no esperar un cambio de 180º en el otro. Ahora bien, hay que considerar que muchos de los problemas en las parejas, son fallas que se enmiendan fácilmente, sin embargo hay otras, -sobre todo cuando alguno de los dos no quiere hacer nada-, que no tienen remedio y es ahí, donde Mira Kirshenbau, autora de Women and Love (Las mujeres y el amor) dice hay que considerar la posibilidad de terminar esa relación, sobre todo si no hay hijos.
En su libro, Kirshenbau, da “algunas señas” que deben causar alerta y alarma en toda pareja, estas son seis de ellas:
1).- Te parece que hace un siglo que no te ríes. Las relaciones no siempre son fáciles, pero los buenos ratos deben pesar más que los malos.
2).- Siempre están mal sincronizados. Cuando ella está más abrumada, él tiene deseos. Cuando ella lo necesita más que nunca, él esta cansado… Y así una y otra, y otra vez.
3).- Han dejado de conversar. Mientras los dos puedan hablar, hay esperanzas. Una vez que ninguno de los dos oye al otro, hay poco combustible para mantener vivo el fuego.
4).- No pueden vivir con las diferencias que existen entre los dos. No están de acuerdo en las cosas más importantes y no pueden resolver las diferencias; por ejemplo, cómo quieren vivir la vida.
5).- Ya no son los mismos (ya sea él, ella, o ninguno). Ya no se siente libre para hacer o decir lo que quiere por temor a dar comienzo a una gran pelea.
Por eso, la especialista recomienda que antes de que lleguen a cualquiera de estos puntos, “practiquen el diálogo” para no tirar por la borda todos esos años de convivencia y de buenos momentos que juntos han pasado….!
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