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DOBLÓ LAS MANOS, PERO SEGUIMOS A MERCED DE SU PRÓXIMA PATALETA

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Si algo evidenció el reciente cierre del gobierno federal es que al presidente Donald J. Trump no le interesan la vida ni el bienestar de nadie, que no sea el mismo.

Aunque su blanco favorito de constantes ataques son los inmigrantes, sobre todo los indocumentados, demostró qué poco le importan los ciudadanos o residentes permanentes de esta nación, como los cientos de miles de trabajadores federales y sus familias a quienes torturó por 35 días sin cobrar, debido a su pataleta en torno al muro. Al final, capituló e hizo lo que pudo haber hecho hace más de un mes y, sin cerrar el gobierno, seguir negociando, así sea con él mismo, sin lastimar a nadie.

Pero Trump, su familia, su Gabinete y sus asesores no pueden sentir un ápice de empatía por el resto de los mortales, porque en su mayor parte son millonarios incapaces de procesar por qué perder el pago de dos cheques puede resultar desastroso para una familia; por qué miles recurrieron a los llamados bancos de comida para alimentar a sus familias; por qué dejaron de comprar medicamentos o acudir a terapias requeridas; por qué no pudieron pagar sus rentas o sus hipotecas. Aunque los sondeos demostraron constantemente que el público culpó a Trump del desastre, éste afirmaba que los trabajadores “apoyaban” su decisión de cerrar el gobierno porque entienden la necesidad de levantar un muro para “proteger” a la nación. Lo dijo quien puso al país en riesgo durante 35 días a diversos niveles porque el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) era una de las agencias sin presupuesto. A estas alturas, solo un cegado fanático es incapaz de reconocer que Trump solo quiere a Trump. Que poco le importa a quién se lleve por delante para hacer realidad los delirios que disfraza de política pública. Porque la fijación con el muro va más allá de una incumplida promesa de campaña. El muro es un símbolo del prejuicio y la división que este presidente predica. Los indocumentados son su chivo expiatorio favorito para atizar a su base. ¿Pero cuántos que integran esa base resultaron afectados por el cierre del gobierno?

A Trump no le tiembla la mano para buscar satisfacer sus caprichos, aunque con ello lastime a ciudadanos de todos colores y trasfondos. Tomó a los trabajadores federales como rehenes sin medir las consecuencias. Al final, dobló las manos cuando vio que sus bajos índices de aprobación siguen en picada; cuando un puñado de republicanos en el Senado apoyó la medida demócrata para reabrir el gobierno; cuando los controladores aéreos dijeron hasta aquí y paralizaron por varias horas un par de aeropuertos en el Noreste del país. Pero, sobre todo, cuando su amigo y ex asesor, Roger Stone, fue arrestado por el FBI y acusado de siete cargos criminales en la misma pesquisa sobre la trama rusa y Trump quiso desviar la atención de la prensa por un momento.  Ahora los diversos bandos buscan ganadores y perdedores luego de que Trump capituló. Pero pienso que, en el fondo, no hay ganadores. Sí, es cierto que la presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, barrió el piso con Trump sin perder la compostura y sin pestañear. Pelosi dictó cátedra sobre cómo lidiar con un mitómano inseguro. Trump fue por lana y salió trasquilado. El viernes, al anunciar la medida temporal que no le da ni un solo centavo para su muro, parecía desencajado. Como si acabara de percatarse de que, en efecto, los demócratas controlan la Cámara Baja que dejó de ser su sello de goma. Pero no hubo ganadores porque Trump sigue ahí y aquí seguimos todos a merced de su próxima pataleta. La medida para reabrir el gobierno es temporal y ahora que la extrema derecha lo ha condenado por capitular ante los demócratas sin dinero para el muro, queda por ver con qué nueva locura sale y a quién afecta. Todavía es capaz de declarar una emergencia nacional en la frontera para usar otros fondos para levantar el muro. Se nos vendría arriba otra batalla legal en tribunales para seguir desviando la atención de sus penurias rusas.

  Solo habrá ganadores cuando su caótica presidencia llegue a su fin.

 

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