Con paso seguro y turbia mirada,
y esgrimiendo un sable en vez de espada
iba don Mateo por los andurriales
buscando aventuras por lo matorrales.
De pronto oyó un grito en un callejón
y allá dirijiose sin vacilación.
Llegó presuroso a la angosta calle,
se atusó el bigote, se compuso el talle
y al no ver a nadie comenzó a dar gritos:
“No fuyáis fuyones, fantasmas malditos
que yo soy un hombre aquí y donde quiera,
pues así lo dijo hasta la partera,
que fue la primera en hacerme un cariño
cuando al mundo vine en forma de niño.
Aquí llegó un hombre y viene enojado,
por eso es que el pelo lo traigo erizado.
porque no me peino ni con vaselina
ni con goma laca ni con trementina.
Aquí llegó un hombre, yo soy don Mateo,
que si no soy guapo, tampoco soy feo.
Mi padre fue un hombre formal y fornido,
mi madre no sé lo que haya sido,
pero lo adivino por lo que me cuentan
y ardo de rabia cuando me la mientan.
Mientras él hablaba, desde hacía ya un rato,
allá en un tejado lo miraba un gato.
Un gato rollizo, un negro minino
de cola muy larga y pelo muy fino.
Y de tantos gritos que dio don Mateo
al pobre minino le pegó un mareo.
De una voltereta cayó del tejado
y aunque don Mateo quiso hacerse a un lado,
recibió un gatazo tan fuerte en el lomo,
que al momento dijo: “ de esto yo no como”
Y fue tanto el susto y la conmoción,
que el pobre Mateo pensó que era un león.
Y perdiendo a un tiempo su gracia y donaire,
tiraba sablazos al cielo y al aire,
hasta que rendido ya de la fatiga,
al suelo cayó de pura barriga,
con tan mala pata que su arma mohosa,
lo ensartó lo mismo que a una mariposa.
Hizo un feo gesto, pronunció un vocablo
y entregó su alma en manos del diablo.
Pues dicen que el diablo era aquel minino
de cola muy larga y pelo muy fino.
Y desde ese entonces, sin otra razón,
callejón del gato fue ese callejón…
Así cuentan la leyenda del callejón del gato…
y aquí la contamos para divertirlos un rato
y para que siga la tradición.
Lic. Vidriera.
Siguenos en Redes Sociales
El Aviso Magazine El Aviso Magazine El Aviso Magazine