Investigadores detectaron que consumir alcohol de forma esporádica una vez a la semana en el embarazo, tipo “atracón” como en el caso de algunos jóvenes, provoca alteraciones neuronales que son indetectables físicamente tras el parto, y que se muestran en alteraciones de conducta.
De hecho, existe un nombre para estas alteraciones: desórdenes del espectro alcohólico fetal (FASD, por sus siglas en inglés). A pesar de ser fácilmente evitable, los FASD –que incluyen un amplio abanico de anomalías físicas, cognitivas y de comportamiento que se prolongan durante la vida adulta.
Por ello, un grupo de investigadores de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) decidió estudiar qué sucede cuando el consumo de alcohol durante el embarazo no se da de forma continuada, sino que sigue un patrón esporádico. Según sus resultados, un episodio de borrachera a la semana durante la gestación es suficiente para causar importantes alteraciones en el comportamiento de la descendencia que se prolongan hasta la edad adulta.
“Nuestro estudio revela alteraciones en las neuronas cerebrales que se traducen en graves anomalías en el comportamiento de la descendencia”, comenta Olga Valverde, líder del estudio realizado en ratones. “Sin embargo, no aparecen malformaciones ni cambios en el peso corporal de la descendencia, así que el trastorno es invisible en el momento del nacimiento”.
El alcohol interrumpe el desarrollo embrionario del sistema nervioso central, provocando una mala función cognitiva y conductual a largo plazo. Además, se ha visto que esta sustancia puede activar de forma intensa al sistema inmunitario que protege la función de las neuronas, contribuyendo al daño cerebral y a la neuro-degeneración en adolescentes y adultos.
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