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El halcón sabihondo.

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Don Halcón era conocido en el bosque como un animal arrogante, de esos que van por el mundo gritando, amenazado y atropellando a los demás. Creía que todas sus ideas eran únicas y no consentía que

Don Halcón era conocido en el bosque como un animal arrogante, de esos que van por el mundo gritando, amenazado y atropellando a los demás. Creía que todas sus ideas eran únicas y no consentía que nadie le llevase la contraria. –¡No, señor Loro! ¡Usted no tiene conocimientos y sólo habla por hablar! –decía don Halcón, rojo de ira, mientras platicaba con don Loro. Nuestro protagonista bien se merecía el título de “Sabihondo”. Veía el mundo con las estrechas gafas de la ignorancia y de la terquedad y no toleraba que alguien pensase de distinto modo. Para colmo de males, sabía muy bien como confundir a quienes no estaban seguros de sí mismos ni de sus ideas.

Un día, sin embargo, don Halcón tropezó con Mizifú, un joven gato de maneras reposadas y tranquilas. Don Halcón, por supuesto, creía vérselas con un bebé y comenzó a darse aires de gran superioridad. –Yo, Mizifú, sé mucho de todo y, no es que sea un vanidoso, pero jamás he encontrado un rival de mi talla –dijo con un gesto de marqués. ¿Sabe?- continúo diciendo el gato; el perfecto ignorante es aquel que imagina saberlo todo, y usted es el vivo espejo de ese ejemplar tan despreciable. Por primera vez don Halcón había encontrado la horma de su zapato.

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