Quiuuuboleeee!, cómo están esos pealo’s mus culos de acero y esas morri’as, de torneadas pantorrill’ias, bien?, Ojalá que si y que se la estén pasando a toda maaa-rgarina!!!
Y como se que lo estan esperando, permítanme que les eche uno… de mis sangrones chistoretes. Se llama “La venganza”, aí ta’.
Resulta que un hombre, de esos muy machotes (o machistas) que les encanta sobajar a la mujer, pasó un día por la casa de un amigo para que lo acompañase al aeropuerto a dejar a su esposa que viajaba a París.
A la entrada a la zona de seguridad donde le revisan a uno hasta los caaal_cetines, frente a todo mundo, él le desea buen viaje y en tono burlón le grita:
La mujer bajó la cabeza y se embarcó muy molesta.
Cuando la señora -que había pasado tres semanas en Francia- regresó, el marido ahora a otros dos de sus cuates que les pidio que acompañasen al aeropuerto a recibirla.
Al verla llegar, lo primero que le dice en voz alta:
— Ay!, mi amor… creeme que hice todo lo posible!, -responde ella-, ahora sólo tenemos que rezar para que nazca mujercita!
-ooops!-
Y cambiando de tema, dejame te hago una pregunta: ¿alguna vez te haz sentido como si fueras invisible?, ¿en alguna ocasión te han ignorado como si no te vieran?… o peor aún, ¿alguna vez tu te haz sentido tan importante que haz ignorado a alguien?… Ahora déjenme que les cuente un cuento, que no es cuento, pero que viene a cuento.
No están ustedes pa’saberlo, ni yo pa’ contárselos, pero fijensennn que hace un par de semanas me invitaron a una cena en donde celebraban el aniversario de una organizacion ‘x’.
Yo francamente no tenía muchas ganas de ir, pero como era compromiso de chamba, pos ni modo, saque mi brillante tacuche (ya brilla de tanta planchada), y me apersoné en el lugar.
La señorita (güeno, la chava) de recepción vio mi invitación, revisó la lista y me dijo: Ah!, en la mesa 16, está por allá…
Sorteando las mesas, al fin llegue a la numero que me habian dicho. Y si, estaba como el huevo del perro, hasta atrás! y si me apuran tantito hasta revolcada, porque estaba a la entrada del patio trasero al salon,,, hagan ustedes el re_kboron favor.
Afortunadamente estaban alli Tomás y su liona Maria Luisa, una pareja muy platicadora y que que resultaron ser mis leitores (un saludote). Tomas y Ma. Luisa) , , que Terminada la función, que era especialmente para la prensa, los políticos, algunos artistas y otros cuantos gorrones de esos que nunca faltan, los organizadores dieron una pequeña recepción, con chupe y comida.
Yo agarré unos taquitos y un wiskito y me fui a comer a un rincón. En eso se me acercó uno de los fotógrafos profesionales que andaban por allí y que yo conozco desde hace tiempo, pero como hacia largo rato que no nos veíamos, nos saludamos empezamos a platicar, chismear y a recortar gente. En eso estábamos cuando se acerca a nosotros una chava, de muuuy buen ver y sin más ni más, lo saluda, le da un beso en la mejilla y le dice: “Oye, te acuerdas de mi?… Soy la actriz y modelo a la que tomaste fotografías en año pasado… y bla!, bla! bla! bla!!!
Y siguió hablando un ratito con él –¿pero les saludó a ustedes que no estaban allí?– pues a mi tampoco! es más, en ningún momento ni tan siquiera volteo a verme… hagan de cuenta que yo no existía, que era un hombre invisible (güeno, un hombrecito, pues)-. A los pocos minutos pasó frente a nosotros otra chava, pero muuucho más buenérrima que la primera, y ella le habló para presentarle al fotógrafo –¿pero se las presentó a ustedes que no estaban allí?– pues a mi tampoco!… yo seguía siendo igual de invisible.
Por su plática me enteré que están en proyecto de poner una obra teatral. Además de que cada una de ellas, por su lado, pretende sacar el próximo año un sexy-calendario y mientras las chamacas trataban de convencerlo de que les presentara a alguien de los medios para que les ayudará a promocionar su obra y su calendario, él quiso decirles que el “hombrecillo invisible” que estaba junto a ellas, al que no se habían dignado a saludar, ni tan siquiera voltear a mirar, era casualmente el mero chipocludo de El Aviso. Yo le hice una seña para que no lo dijera y mi cuate se quedó callado.
Un minuto después, sin decir una palabra, me alejé del grupito y me fui a platicar con otros conocidos…. No tardaron ni cinco minutos, cuando se me acercaron las dos chavas aquellas y me dijeron: “Perdone señor…”
-Me disculpan un momentito por favor- las interrumpí- me urge ir al sanitario, y las dejé con la palabra en la boca. Luego, como pude me les escabullí y en ningún momento pudieron hablar conmigo. Y así fue como yo, al igual que la señora del chiste, encontré la forma de vengarme…
Así que a mis cuatro lectores, les recomiendo que cuando asistan a algún evento, a todo mundo saluden, aunque haya gente que no conozcan, porque uno nunca sabe… Y tengan presente este consejo que en rima, les arrima su servidor:
Cuando vayas a alguna reunión
aunque te sientas muy —ingón
a nadie invisible hagas sentir
aún si lo vez chaparro y panzón
porque si lo llegas a necesitar
de seguro te la vas a pellizcar!!!!
DigO… yO no’MaS diGo
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