Y a en 1970 ó 71, nos había tocado vivir ‘el apagón’ que dejó en tinieblas el Distrito Federal por más de dos horas, mientras que 10 ó 12 luces en perfecta formación surcaron el cielo de oriente a occ
Y a en 1970 ó 71, nos había tocado vivir ‘el apagón’ que dejó en tinieblas el Distrito Federal por más de dos horas, mientras que 10 ó 12 luces en perfecta formación surcaron el cielo de oriente a occidente, para más tarde causar el mismo fenómeno en Guadalajara.
Pero fue entre el 3 y el 5 de agosto de 1977, en la década en que más avistamientos de luces y objetos voladores no identificados se suscitaron en la capital mexicana y estados aledaños como Puebla y Tlaxcala, y más al sur en Veracruz y Campeche, que la población se impactó con la noticia de que un OVNI se había estrellado en la sierra poblana. (Ese mismo año se estrenó la película de Steven Spielberg ‘Encuentros cercanos del tercer tipo’ y se mencionó mucho la coincidencia en su conformación del monte clave de la cinta con la ‘Peña del Bernal’ situada en Querétaro).
Nosotros estábamos en las cercanías de Toluca, un lugar a más de una hora del Distrito Federal y por consecuencia a más de cuatro de Texiutlán, Puebla, donde se había producido el hecho. Nos encontrábamos trabajando en Editora Lithomex en la producción del vespertino local El Noticiero y el adelanto del diario Estadio (nacional). Uno de nuestros fotógrafos que se hallaba en el D.F., se comunicó a la redacción y nos comentó que colegas de otros medios estaban viajando a Puebla, ‘donde había caído un OVNI’ y pedía autorización para ir al lugar. Le dijimos que lo hiciera, que nosotros lo alcanzaríamos allá. De inmediato llamé a un amigo a quien llamábamos ‘El Güerco’, reportero del periódico Avance, y él confirmó lo que pasaba.
Partimos de inmediato y llegamos cuatro horas y media más tarde adonde nos esperaba nuestro fotógrafo. ‘No nos han dejado trabajar, hay muchos soldados impidiéndonos el paso. Me subí en el techo de un camión y desde ahí pude tomar unas fotos; las de un trailer quemado y de una zona donde arbustos y árboles fueron arrasados. Hice tomas de los lugareños, asustados por lo que dicen vieron y alarmados por la presencia de las tropas’, nos dijo. Intentamos que nos dejaran pasar hasta donde se hallaba el trailer calcinado pero todo fue inútil. Lo más sorprendente fue que los soldados mexicanos con sus uniformes verdes, seguían las órdenes de otros, vestidos todos de azul con cachuchas de visera y otros vestidos de gris oscuro o negro quienes llevaban cascos. ¡Eran soldados norteamericanos quienes ordenaban que se nos negara el paso!
Preguntamos entre los nativos y obtuvimos respuestas como estas: ‘Escuché un ruido muy fuerte, como si arrastraran algo y luego,cuando volteé, miré parte de las milpas y arbolitos barridos por una cosa metálica que llegó hasta la carretera y le pegó a un camión grande que después se quemó’, nos confió un hombre de mediana edad. Un viejo de aspecto humilde que nos veía haciendo preguntas, levantó su mano como lo hace un escolar y nos comentó: ‘Yo venía del otro lado del camino y vi humo, pensé que se había ‘prendido’ la maleza y me apresuré para ver qué pasaba. Cuando llegué al camino vi que era un camión el que se quemaba y también algo de lámina más allá, como la caja de un trailer. Había pedazos de metal regados. Me asusté al ver también varios cuerpos como de enanitos tirados por un lado y otro’, aseguró. Le preguntamos si había tratado de ayudar a los hombrecitos y él negó con la cabeza. ¿Por qué no lo hizo? Insistimos. ‘La mera verdá me dio miedo porque nunca antes había visto algo así’. ¿Cómo iban vestidos? ‘De una tela brillante, blanca o plateada’. ¿Tenían sangre en sus ropas? ‘No, no vi sangre’. ¿Alguien más resultó herido o muerto? ‘Creo que sí, el chofer del camión, parece que se achicharró’.
¿Por qué ustedes no hicieron nada? preguntamos a ambos. ‘Yo sí -contestó el más joven- venía un carro con dos personas para acá y cuando vieron esto les pedí que fueran avisar a las autoridades, ellos dieron media vuelta y se fueron. Más tarde llegaron patrullas y ambulancias, y poco después el montón de soldados que ustedes ven. Ya nos habíamos ‘juntado’ muchos de por aquí, andábamos curioseando cuando llegaron las tropas y nos echaron a un lado. Algunos hablan otro idioma, no les entendimos nada’, afirmó el hombre.
Las autoridades de Texiutlán declararon que se había tratado de un accidente. Del gobierno estatal y la vigésima quinta Zona Militar enclavada en Puebla, la respuesta fue que tal vez se había tratado de desechos espaciales o restos de un satélite soviético, nada más. Mientras que en el Distrito Federal dijeron que no les habían informado nada. De ahí surgieron varias interrogantes: ¿Por qué negaron hechos que los nativos declararon como ciertos? ¿Por qué hubo soldados norteamericanos en el lugar? Si el camión incinerado llevaba asbesto y se supone que éste no se quema ¿por qué sí lo hizo? A casi treinta años de los hechos, aún habrá personas que puedan dar fe de lo ocurrido. Sin embargo, éstos son Enigmas y Misterios aún sin resolver.
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