Por más que se diga que “los gorditos(as) son más sensuales”, que la actividad sexual es tan intensa o frecuente entre personas obesas como entre aquellas con peso normal, que la obesidad no disminuye el atractivo físico o que no interfiere con la fisiología de la sexualidad, la verdad científica es otra, y así lo prueban varios estudios efectuados en años recientes.
En ese sentido, se puede afirmar que es muy cierto el juego de palabras aquel que dice: “El peso al sexo, cae de peso” y es que el tener kilos o libras de más, además de los trastornos y las conocidas complicaciones atribuidos a la obesidad, es decir: deformación de la estética corporal, movilidad restringida, alteraciones digestivas, respiratorias, musculares, esqueléticas, endócrinas, neurológicas, riesgo de diabetes, de enfermedades cardiovasculares, de cáncer, etcétera.
En una encuesta llevada a cabo por el Centro de Dieta y Condición Física de la Universidad de Duke, se entrevistaron mil 210 individuos del área cercana a la universidad, la mayoría había acudido a tratamientos en el centro mencionado, y el 90 por ciento de ellos estaban francamente obesos. La mitad de los encuestados señaló no tener deseo de sexo a veces, habitualmente o nunca, comparado con un 2 por ciento de los no obesos que aceptaron tener poco o nada de ganas de sexo.
Cuatro de cada 10 de estas personas con obesidad que acudió a tratamiento reportó tener problemas físicos para desempeñarse adecuadamente en el acto sexual; el 41 por ciento manifestó evitar el sexo. En contraste, tan sólo un 2.5 por ciento de los no obesos evitaba el contacto sexual.
Los sexólogos y psicólogos afirman que la obesidad dificulta las relaciones sexuales porque, aparte de los inconvenientes de movilidad, el estar gordo inhibe a la persona.
El sobrepeso influye en la calidad de vida de quien lo padece. Estas personas, por lo general, se sentirán más cansadas y con menos vitalidad.
En los hombres, el aumento de grasa influye en las hormonas, pudiendo desarrollarse tumores en la próstata.
También se relaciona con los problemas de erección (dificultad para conseguir una erección o para mantenerla).
También afecta las glándulas que producen testosterona, hormona responsable del deseo sexual.
Obstaculiza la movilidad del cuerpo, lo que se convierte en un problema para la ejecución de la relación sexual.
En las mujeres, el sobrepeso se relaciona con una mayor ineficacia de la píldora anticonceptiva, debido a la influencia que tiene la grasa en el metabolismo de las hormonas.
Inhibe el deseo, porque la mayoría de quienes tienen exceso de peso, generalmente, se sienten descontentos con su cuerpo.
Un abdomen prominente limita el acceso a los órganos sexuales durante el coito.
Es innegable que las personas con problemas de peso tienen dificultades para relacionarse y pocas probabilidades de encuentros sexuales. Por lo tanto, los especialistas sugieren recuperar el peso corporal, para mejorar la actividad sexual. Esto ayudaría a potenciar las respuestas físicas y, también, a que se sientan a gusto con sus cuerpos y dispuestos al placer.
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