Podría apostar que no son muchos los hispanos de orientación liberal o progresista a quienes se les ocurrió que algún día extrañarían la figura y el pensamiento político de un conservador como George W. Bush, el presidente número 43 de los Estados Unidos.
Después de todo, el magnate inmobiliario Donald Trump logró captar el voto de un número significativo de varones latinos, tanto en las elecciones presidenciales de 2016, como en su fallido intento por reelegirse en 2020.
Pero el renacimiento durante la era Biden del debate nacional sobre la reforma migratoria para legalizar a 11 millones de inmigrantes indocumentados, ha hecho inevitable contrastar las dos caras del Partido Republicano: la cara humanitaria e inclusiva de Bush, versus la cara hostil y discriminatoria de Trump.
Alejado de la escena política durante los últimos 12 años, George Walker Bush decidió regresar a la plaza pública para cabildear a su propio partido Republicano a favor de una reforma migratoria integral, que ofrezca la ciudadanía a los indocumentados que no tengan un récord criminal limpio y hayan pagado sus impuestos atrasados.
Se trata de una sincronización perfecta con la propia política migratoria del presidente Biden, reflejada en la Iniciativa de Ley de Ciudadanía 2021, la cual es impulsada en el Senado por el senador demócrata de New Jersey Bob Menéndez y en la Cámara de Representantes por la legisladora de California Linda Sánchez.
“No pretendo dar recetas, no quiero decirle al Congreso cómo hacer esto o aquello, lo que si quiero decirle al Congreso es que pongan a un lado la retórica áspera sobre la inmigración y que ninguna de las dos partes busque anotarse puntos políticos. Espero ayudar a sentar un tono más respetuoso hacia los inmigrantes que pueda conducir a una reforma del sistema”, declaró Bush este fin de semana a la cadena CBS desde su rancho Prairie Chapel en Texas.
Dedicado ahora al pasatiempo de la pintura, Bush reconoció que su fracaso en lograr la aprobación de una reforma migratoria durante sus ocho años en el gobierno federal ha sido una de sus mayores decepciones y lamentó que los políticos utilicen la realidad del fenómeno migratorio para atemorizar a los votantes.
Es probable que la mejor ventana de oportunidad para aprobar una reforma migratoria integral sea durante el presente año. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de los votantes asignan en medio de la pandemia una baja prioridad al debate migratorio, a pesar de que la emergencia de niños migrantes en la frontera ha capturado la atención de la nación.
George W. Bush desconoce si su partido prestará atención a su visión migratoria. Los republicanos creen que tienen una buena oportunidad de recuperar la Cámara Baja y el Senado el próximo año. Está por verse. Joe Biden ha acumulado un amplio capital político por su respuesta a la pandemia. Casi siete de cada 10 estadounidenses aprecian su labor como virtual médico en jefe de la nación.
Pero si los republicanos vuelven a dar la espalda a una reforma sensible de las leyes de migración, habrán perdido quizás una de sus últimas oportunidades para seguir siendo una institución política con posibilidades reales de gobernar a nivel nacional a un país multirracial, multiétnico y multicultural.
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