Don León, el rey de la selva, sufría mucho a causa de una terrible caries. Sus colmillos empeoraban día con día y él ya no podía comer ni masticar cosa alguna. Su condición en realidad peligraba.
Don Chacal, el dentista oficial del territorio sólo veía una solución. – “Tendrá usted que dejarse arrancar dos colmillos. Los tiene casi destruidos por la caries. Es la única forma de que sus dolores terminen” -le dijo al León.
— ¿Cómo?, ¿qué dice usted?… Yo soy el rey de la selva. Si pierdo los colmillos ya no me respetarán y puede ser que hasta me desprecien y perderé el trono que con tanto esfuerzo he conquistado — se quejó don León.
El dentista no le dio tregua y mantuvo su criterio. Había que quitarle ambos colmillos. Tan grandes eran los dolores que tenía que soportar el rey, que, desesperado, prefirió renunciar a sus poderes antes que seguir en semejante estado.
Los animales de la selva se reunieron para deliberar. El león siempre había sido bueno y justo. Se merecía que le siguiesen considerando rey. El único problema que se planteaba era el siguiente:
¿Quién se encargaría de defender el territorio? Bueno, nadie, fuera de ellos, sabía lo que le sucedía al rey. Era cuestión de guardar el secreto y de que éste siguiese infundiendo respeto, como siempre.
Moraleja: Si actúas bien con los demás al final buena recompensa tendrás!!
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