Los habitantes del archipiélago Svalbard en Noruega tienen una singular ley. Por si tiene la desgracia de enfermarse de gravedad en Longyearbyen, puede esperar que sea llevado en avión o …
Los habitantes del archipiélago Svalbard en Noruega tienen una singular ley. Por si tiene la desgracia de enfermarse de gravedad en Longyearbyen, puede esperar que sea llevado en avión o barco a otra parte de Noruega para que sea allí donde pase sus últimos días, o si tiene la mala suerte de encontrarse en estado terminal y sucumbir ante la desgracia o una enfermedad, en Longyearbyen nadie lo enterrará porque… Entérese y Sorpréndase! que en este pueblo está estrictamente prohibido morirse.
El pequeño cementerio del pueblo no acepta nuevos ingresos desde hace 70 años luego que se descubrió que los cuerpos no se estaban descomponiendo.
Los cadáveres, preservados por permahielo (“permafrost”, capa subterránea de hielo), se han convertido desde entonces en objetos de una morbosa curiosidad.
Recientemente, científicos de la Universidad de Copenague, removieron tejidos de un hombre que murió en ese poblado. Los investigadores médicos encontraron rastros del virus de la influenza que acabó con su vida, y con la de otros, durante una epidemia que atacó a Longyearbyen en 1917.
La política que prohibe la muerte en Longyearbyen se deriva tanto de su remota ubicación como de sus severas condiciones climáticas.
Longyearbyen está localizado 78 grados norte en el archipiélago Svalbard, un grupo de islas entre la costa norte de Noruega y el Polo Norte.
Aproximadamente 1.500 personas viven en pequeñas casas de madera parcialmente resguardadas de los vientos árticos debido a que el asentamiento está en un valle.
Lo que preocupa a muchos es que en este pueblo donde el día Artico dura desde Marzo hasta Octubre no cuenta con instalaciones para cuidar de los ancianos y de los frágiles. De allí quizás el gran miedo que existe a la muerte en el pueblo.
Longyearbyen está ubicado en la tierra del oso polar, un animal que provoca verdadero terror entre los habitantes. Por eso, un niño estudiante de la pequeña escuela primaria, pasa su primer día aprendiendo cómo dispararle a los osos.
“Apunte hacia el pecho”, recomiendan los profesores, “en vez de la cabeza”. Si se dispara a la cabeza, es posible que la bala no de en el blanco.
Si no tiene arma cuando se topa con un oso, sacuda sus guantes en la nieve para distraerlo, es otra de las recomendaciones.
Pero si observa que el oso hace un chasquido con sus dientes, el animal está listo para matar, así que corra lo más que pueda y pídale a Dios que el animal lo desprecie o alguna otra cosa llame su atención; aunque esto es dificil porque los osos no saben que está en esa tierra esta prohibido morir.
Curiosamente, la cacería de osos polares esta prohibida aquí y sólo se les dispara en defensa propia, pero cuando esto sucede, hay que avisar al gobernador de Svalbad, estado al que pertenece la localidad de Longyearbyen.
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