Un habitante del pueblo francés de l’Herault, que decia ser paraplejico para obtener los subsidios
Un habitante del pueblo francés de l’Herault, que
decía ser parapléjico para obtener los subsidios de
minusvalía, por las noches practicaba karate y era
bueno… EN SERIO!
El hombre, de 44 años, ha sido imputado en Montpellier
por estafa. Desde hace varios meses se
declaraba parapléjico, desplazándose únicamente
en silla de ruedas y recibiendo 750 euros (1,000
dólares) al mes por subsidios de minusvalía.
A través de una denuncia, los policías fueron a verlo
en su club de karate y lo grabaron en vídeo. Estaba
disputando unos combates, y no era un debutante,
ya que estaba examinándose de cinturón negro.
Los policías, después de haber recibido testimonio
de sus compañeros del club, lo llamaron a la
comisaría, donde se presentó en silla de ruedas.
Negó haber mentido, incluso después de la presentación
de las pruebas y de un examen médico
que no desveló ninguna minusvalía, asegurando
que se dopaba para practicar karate, lo que le permitía
ponerse de pie a pesar del accidente (real)
que, según él, le había dejado parapléjico.
Fue, sin embargo, en silla de ruedas como solicitó
ser conducido ante el juez de Montpellier que le
imputó el delito de estafa.
Un hombre recibió 122.400 dólares como compensación
tras ser mordido en una mano por el
gato siamés de su hermana… EN SERIO!
Un jurado concedió a Michael Sabo, de 57 años,
el dinero por la herida que sufrió cuando el gato
Randy le mordió la mano derecha en marzo del
2004. Los dedos de Sabo se inflamaron tanto
que parecían “salchichas”, dijo su abogado, Tom
Pabst, al diario Flint Journal, y la infección obligó
a Sabo a hospitalizarse durante tres semanas. Tuvo
que pagar miles de dólares en cuentas médicas.
Pabst dijo que la hermana de Sabo, Jean Toney, le
había advertido a la gente que no cargase a Randy
porque éste tenía la costumbre de morder, pero el
diario dijo que el gato saltó al regazo de Sabo.
Este inicialmente trató de que el seguro de su
hermana pagase por el costo de su tratamiento.
Cuando el pedido fue rechazado, Sabo no tuvo
otra opción que llevar el asunto ante el tribunal,
dijo Pabst.
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