“Déjate de tonterías y duérmete ya!!…” Es lo que solía gritarle Julia a su pequeña hija de 4 años Yolanda, cuando ésta gritaba desesperada desde su cuarto diciendo que un monstruo la espiaba desde su armario. Hoy, después de 5 años, esos miedos que atormentaban a esta pequeña niña no han desaparecido, por lo contrario, han ido aumentando al grado de ocasionarle un problema psicológico bastante serio a Yolandita.
Ahora los padres de ella opinan: ‘si la hubiéramos entendido’, pero el hubiera no existe. Y para que a usted no le pase lo mismo, es recomendable que atienda los miedos de sus hijos a tiempo, pues después, puede ser muy tarde.
Los Padres… La Solución!!
Si bien hoy en día la ciencia médica está al pendiente de estos trastornos fóbicos infantiles y han inventado innovadores aparatos para tratarlos, los expertos insisten en que el rol de los padres es fundamental, tanto para prevenir como para apoyar a los pequeños.
El miedo es una reacción normal y necesaria en el ser humano, que nos alerta de los peligros reales. El problema es cuando ese miedo limita e interfiere con nuestra vida normal y nos lleva a tener respuestas irracionales y exageradas frente a un objeto o situación -real o imaginario- que para el común de las personas no representa mayor peligro.
Las fobias son más que los temores infantiles que pasan con los años, porque interfieren notablemente con el desarrollo psicosocial de un niño.
El doctor Ricardo García, psiquiatra infantil, señala que las fobias más recurrentes son la escolar, a ciertos animales, a la oscuridad, a lugares cerrados, a las alturas. Más tarde, en la adolescencia, la llamada fobia social es la más frecuente. Y éstas pueden aparecer desde los cinco años, pero que son más comunes entre los siete y los doce.
Fobia.. ¿cómo y por qué?
Generalmente la fobia corresponde a un miedo adquirido, aunque no necesariamente por una experiencia traumática. A veces basta con oír la historia de un familiar y como los niños suelen imitar el comportamiento de sus padres, si éstos actúan muy temerosos o excesivamente precavidos, los pequeños tenderán a desarrollar conductas parecidas o peor aún, reacciones fóbicas.
Algunos especialistas sugieren que el origen de las fobias no siempre está relacionado con el objeto que provoca el temor, ya que pueden ser la manifestación de otra alteración psicológica, posiblemente un evento traumático en la vida del pequeño, como el nacimiento de un hermano o la separación de sus padres. Sin embargo, en la actualidad los médicos no están tan centrados en entender las causas, sino en curar efectivamente a sus pacientes.
Hoy en día los tratamientos suelen apoyarse en tres pilares: medicamentos (en ciertos casos), como tranquilizantes y antidepresivos; una terapia de desensibilización, que expone gradualmente al niño a sus miedos; y psicoterapia, para racionalizar sus respuestas frente al estímulo atemorizador.
Entre los nuevos tratamientos se encuentran la terapia ‘shock’. Que está basada principalmente en la terapia de sensibilización o exposición, que asegura que la única forma de vencer un miedo es enfrentándolo. La “terapia de “shock” expone al paciente a sesiones intensivas frente al estímulo que rechaza. Pueden durar meses o años, y ya se está utilizando con éxito por algunos psiquiatras.
Pero el mundo virtual también ha hecho su aporte, al descubrir recientemente la aplicación de un moderno programa computacional (INMER) a las terapias para vencer las fobias. Este software simula la realidad y la situación u objeto fóbico. Por ahora se practica a pequeña escala en países como España, Inglaterra y Argentina. Respecto a estos nuevos avances el doctor Ricardo García opina que el apoyo familiar sigue siendo fundamental.
El especialista sostiene que el contacto personal, la buena comunicación, apoyo y protección de los padres en conjunto con el profesional tratante siguen siendo las mejores formas de ayudar a un niño fóbico ya que lo fundamental seguirá siendo una adecuada y afectuosa relación interpersonal de los padres con su hijo y de los especialistas con él.
¿Cómo reconocer a un niño fóbico?
Los síntomas más comunes son el aumento de la frecuencia cardiaca, sudor, temblores o estremecimientos, falta de aire, sensación de ahogo, molestias en el pecho, malestar estomacal, sensación de mareo o desmayo, temor a perder el control, aturdimiento y escalofríos o calores súbitos.
A veces el niño fóbico entiende que su respuesta es exagerada, pero no puede evitar su reacción.
Sabiendo estos síntomas, manténgase alerta, y en caso de que alguno de sus hijos los presente, ponga manos a la obra inmediatamente!!
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