El presidente Donald Trump escenificó esta semana, en la histórica Oficina Oval de la Casa Blanca, una batalla pública sin precedentes con los líderes demócratas del Senado, Charles Schumer y de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, sobre el polémico debate del financiamiento de su propuesto muro en la frontera con México, a un costo de 25,000 millones de dólares. Ante la mirada atónita de los periodistas que fueron testigos del exabrupto presidencial, Trump amenazó con cerrar el gobierno federal si no obtiene por lo menos 5,000 millones de dólares para el muro este año. Antes, en un mensaje de su cuenta de Twitter, el presidente había amenazado con utilizar al ejército para construir secciones del muro de ser necesario. Más allá del espectáculo público del presidente de los Estados Unidos lanzando amenazas contra los líderes del Congreso, luego que los demócratas recuperaron el control de la Cámara de Representantes en las elecciones intermedias de noviembre, la idea de paralizar a la burocracia federal por un proyecto que expertos consideran oneroso e ineficiente, borda con la irresponsabilidad.
Trump no ha sido el primer presidente en tratar de politizar la seguridad nacional de los Estados Unidos. Todos recordamos que, tres días después de ser llamado a testificar por el escándalo de una relación extramarital con Mónica Lewinsky en 1998, el entonces presidente Bill Clinton lanzó ataques con misiles contra Irak, que muchos vieron como un peligroso acto de distracción política. Pero Trump construyó su identidad política y su base de seguidores en la campaña presidencial, con una engañosa estrategia de mercadotecnia político-electoral donde colocó al muro y a los inmigrantes indocumentados mexicanos para apelar a los sentimientos xenofóbicos, nativistas y hasta racistas de muchos estadounidenses. Aún después de llegar a la presidencia, durante sus apariciones públicas, el presidente ha insistido en la necesidad de construir el muro. De acuerdo con The Washington Post, Trump ha mentido públicamente al menos en 86 ocasiones sobre el hecho de que el muro ya empezó a ser construido, cuando en realidad sólo se han remozado secciones del muro ya existente. Trump se ha dedicado también a caracterizar de una manera engañosa la postura de los demócratas con un falso dilema: quienes no estén a favor del muro, están a favor de fronteras abiertas. Nada más lejos de la realidad. Es posible estar a favor de una fuerte seguridad fronteriza y no necesariamente creo que sólo es posible lograrlo a través de una muralla estilo chino. Que un político busque cumplir sus promesas de campaña, no debería sorprender a nadie. Pero hacerlo aún a riesgo de paralizar el gobierno de los Estados Unidos, es imprudente. La clase política estadounidense tienen un plazo que vence el 21 de diciembre para buscar lograr un acuerdo que evite ese desenlace. Ojalá se logre un pacto con base en la realidad y no en amenazas imaginarias.
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