La Perra que presto su casa

El tiempo era malo, hacía un viento y un frío espantoso. Por eso nadie se atrevía a salir de sus casas. Desafortunadamente, no todos contaban con un lugar dónde refugiarse.

El tiempo era malo, hacía un viento y un frío espantoso. Por eso nadie se atrevía a salir de sus casas. Desafortunadamente, no todos contaban con un lugar dónde refugiarse. Por las calles, deambulaba una perra desesperada por encontrar un lugar donde refugiarse, pues sus cachorros nacerían pronto y morirían congelados si no encontraba pronto un lugar cálido en el cual ponerlos al abrigo.

  Entonces vio a una compañera que tenía una espaciosa casita de madera y le dijo:

– ¡Por favor! Préstame tu casa por un tiempo o mis pequeños morirán de frío. Podrán salvarse sólo si encuentran un lugar calientito y tu refugio nos vendría muy bien. 

– Mmmhh, está bien. Te prestaré mi casa por un tiempo, no quiero que tus pequeños perezcan. Y salió dejando su hogar a la perra, que entró en ella.

  Pasado el tiempo, la amiga regresó para ocupar de nuevo su lugar.

– Ahora el tiempo está lindo, y los cachorritos ya están crecidos.

  La perra, sin embargo, encontró una excusa para no abandonar ese lugar tan cómodo.

– Ten paciencia -le dijo-. Mis hijos aún no saben caminar. ¿Dónde podría llevarlos?

  Te suplico que esperes un poco más.

– Está bien -respondió la compañera-. Quédate algunos días más. Volveré cuando hayan aprendido a caminar.

  A las semanas, la amiga regresó a reclamar su lugar los cachorros habían crecido, pero la perra, tranquila e insolente, le dijo:

– ¡Anda, atrévete a echarnos de aquí! Ahora mis hijos se han puesto grandes y fuertes, y si tratas de echarnos te haremos pedazos.

  Y con estas malvadas palabras la perra prepotente echó de su casa a la compañera que con tanta generosidad se la había prestado, y se quedó viviendo ahí, con sus hijos.

Moraleja: Es bueno, a los necesitados ayudar pero fíjate a quién le das la mano, porque hay gente que suele, el bien con mal pagar!