A finales de la semana pasada, distintas cadenas de televisión en inglés a nivel nacional presentaron la bonita historia de un elefante del zoológico de Houston que con su poderosa trompa está ayudand
Por: José Martín Sámano
“…Los trabajadores seguimos siendo el pariente pobre de la democracia…” Marcelino Camacho -Sindicalista español-
A finales de la semana pasada, distintas cadenas de televisión en inglés a nivel nacional presentaron la bonita historia de un elefante del zoológico de Houston que con su poderosa trompa está ayudando a remover los escombros que dejó el paso del Huracán Ike.
Fue una nota muy llamativa que acaparó los espacios estelares de los noticieros. Pero qué lástima que esos mismos medios no le estén dando ahora la misma cobertura ni la misma importancia al estupendo trabajo que miles y miles de hispanos (con o sin papeles) están llevando a cabo en las zonas más devastadas por el fenómeno. Curioso, pues se trata de un verdadero ejército de trabajadores que literalmente están partiéndose el alma para revitalizar ciudades enteras como el propio Houston o Galveston. ¿Será quizás por que todos son morenitos y hablan español?
No es la primera vez. Lo mismo pasó hace tres años en Nueva Orleáns, Louisiana, o en Biloxi, Mississippi tras el impacto de Katrina. Ahí, donde nadie más hubiera sido capaz de entrarle a labores tan difíciles como rehabilitar los sótanos cubiertos de lodo, quitar el moho de las estructuras y paredes, reparar los techos, pintar fachadas, recortar árboles caídos y un sinfín de tareas que requieren un enorme esfuerzo físico, pero que además habría costado una millonada a los dueños si para ello hubieran contratado a una empresa bien constituida.
El problema es que una historia de abuso está a punto de repetirse para nuestra gente. En aquella ocasión, hubo cientos de quejas de jornaleros –en su mayoría recién llegados-, a quienes simplemente no les pagaron, los amenazaban con “echarles” a la Migra o los hicieron trabajar en condiciones inseguras. Incluso, a través de las cámaras de Azteca América, mi compañero reportero Alvaro Ortíz fue el primero en descubrir y denunciar las condiciones de auténtica esclavitud en la que decenas de inmigrantes eran obligados a trabajar. Afortunadamente, por el momento, a los jornaleros les está yendo bien. La paga ronda entre los 8 y los 10 dólares por hora y lo mejor es que la Migra parece haber dado una tragua y aún no se ha hecho presente en los centros donde acostumbran reunirse. Pero no dude usted, ni por un instante, que una vez acabada la emergencia, vuelvan las redadas y quizás con mayor fuerza que nunca.
Digan lo que Digan, esta es una muestra más de la doble moral de las autoridades y los grupos anti-inmigrantes, que cuando el país necesita mano de obra útil y barata, ahí sí “no dicen ni pío”.
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