Hubo un tiempo en que se creía que las campanas de las iglesias estaban dotadas de poderes sobrenaturales. Durante la Edad Media, en muchos países de la cristiandad, cuando se instalaba y bendecía una
Hubo un tiempo en que se creía que las campanas de las iglesias estaban dotadas de poderes sobrenaturales. Durante la Edad Media, en muchos países de la cristiandad, cuando se instalaba y bendecía una nueva campana el acontecimiento se celebraba con brillantes ceremonias y suculentos banquetes. Pero una de las supersticiones más arraigadas, proviene desde el siglo XIV, época considerada muy calamitosa por tantos acontecimientos desastrozos. En aquellos años, Inglaterra se vio devorada por la Muerte (peste) Negra y se pensó que el tañido de sus campanas ahuyentaría la peste… A partir de entonces, en Londres y en cualquier iglesia del Reino Unido, cada media hora repicaban las campanas. Esta costumbre que se generalizó por toda Europa y siglos más tarde llegó a América, convirtiéndose en una superstición, que aún hoy, en pleno siglo XXI persiste. Por eso, hay muchos pueblos en donde cada hora e incluso cada media hora tocan las campanas de la iglesia local, aunque no sea para llamar a misa.
Casi 300 años más tarde, el inglés Francis Hering, en su obra “Reglas, instrucciones o advertencias para épocas de contagio pestilencial”, aconsejaba: «Que las campanas de las ciudades suenen con frecuencia: con ello el aire se purifica».
Otra creencia extraña acerca de las campanas, se refiere a que se llegó a pensar que al sonar las campanas en un entierro se alejaba el fantasma del difunto. Los antiguos romanos celebraban en el mes de mayo la fiesta en honor de sus muertos y teñían sus campanas de bronce al tiempo que entonaban: «Espíritus de mis mayores, adelante». Y en el Pontificial Romano se recomendaba tocar las campanas para expulsar a los «espectros alocados de los muertos».
Numerosas leyendas hablan de campanas que comenzaban a sonar sin intervención del hombre. Alejandro Dumas, en sus Cuentos de viajes por el sur de Francia, refiere que en 1407 se oyeron patéticos sonidos, entre ellos el tañer de una campana, momentos antes de que se hundiera un antiguo puente sobre el Ródano.
Otra superstición extraña es que hasta mediados del siglo XVIII, se creía en la ciudad polaca de Breslau que si la campana de la catedral sonaba a su antojo uno de los canónigos moriría.
EL PAPEL DE LAS BRUJAS
Las brujas, que odiaban y temían a las campanas de las iglesias, con frecuencia eran culpadas de sustraerlas por la noche de los campanarios. En Canewdon (condado inglés de Essex) se decía que una campana, arrojada al río por siete brujas, sonaba bajo el agua durante las grandes tormentas…. Aunque con el tiempo, las campanas y las brujas parecen haber dirimido el litigio entre el bien y el mal.
Hasta el año 1852, en Malta se volteaban en vano las campanas de todos los templos para conjurar las fuertes borrascas. También en plena época romántica se tenían las de la parroquia de Dawlish, en Devon (Inglaterra), con la esperanza de que el espíritu de las campanas prevaleciera sobre el «espíritu del relámpago».
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