Estos son consejos prácticos que le ayudan a aminorar sus tareas cotidianas, como lo es la ardua labor de planchar. Planchado de Prendas.
Estos son consejos prácticos que le ayudan a aminorar sus tareas cotidianas,
como lo es la ardua labor de planchar.
Planchado de Prendas
1.- Cuando planche diferentes fibras, empiece con las que requieran plancha tibia
y continúe sucesivamente hasta acabar con las que requieran el máximo de calor.
Planche siguiendo el tejido de la tela para que no la deforme. Y si quiere evitar
que la tela se abrillante, entonces planche por el revés las prendas de color oscuro,
las de rayón y las de acetato.
2.- Si está de viaje y no tiene plancha, cuelgue la ropa recién desempacada en
el baño y abra el agua caliente de la regadera. Cierre la puerta y deje que el
vapor elimine las arrugas. Este método es especialmente eficaz en prendas de
lana.
3.- Si tiene plancha pero le falta el burro, cubra una mesa con periódicos y
una toalla encima. O meta los periódicos en una funda de almohada y úsela a
manera de burro.
4.- ¿Tiene que suspender el planchado? Coloque la ropa rociada dentro de una
bolsa de plástico y métala en el refrigerador o congelador. La bolsa guarda la
humedad y la baja temperatura evita el moho. Planche sólo cuando se descongele
la ropa.
6.- Para planchar un engorroso listón, mantenga la plancha quieta y jale el
listón por debajo.
UN POCO DE HISTORIA
Desde que se empezó con esta actividad, planchar fue y sigue siendo una faena
que poco agrada a la mayoría de las personas. Afortunadamente las ligeras
planchas actuales, controladas por un termostato y que esparcen vapor y rocían
agua, hacen que esta tarea sea menos tediosa y mucho más sencilla de lo que
acostumbra ser.
En la antigua Grecia, donde la ropa crespa era una señal de cierta posición
social (y las telas de planchado permanente no existían, se usaba una varilla
caliente parecida a un rodillo de pastelero para formar pliegues en las túnicas
de lino. Los romanos combatieron las arrugas tan fieramente como lo hacían
contra sus enemigos (las martillaban con un mazo plano de metal, el cual casi
siempre era manejado por los esclavos).
Para el siglo X, la plancha se transformó en un objeto de vidrio en forma de
hongo que los vikingos rodaban de atrás hacia adelante sobre las telas húmedas.
Los europeos, en los siglos XV y XVI, usaron una especie de plancha
plana calentada en el fuego o, en las casas más opulentas, una plancha caliente
en forma de caja que contenía carbón o un ladrillo precalentado.
En el siglo XIX la innovación consistió en planchas calentadas por medio de
gas, pero a veces tenían fugas o estallaban dejando la casa en llamas.
A la plancha eléctrica patentada en 1882, le siguieron otras con control de temperatura.
Pero la victoria contra las arrugas se logró en 1926, cuando la plancha
de vapor revolucionó el mercado y más aún, cuando en 1960 se introdujeron
las telas de planchado permanente.
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