BBC Mundo
Jesús Moreno
Otro caso que puede darse es la petrificación, transformación del cadáver en material pétreo debido a la infiltración por hidrioxipatita y carbonato cálcico.Estos procesos dejan hallazgos impactantes, como las momias de los pantanos de Tollund, en Dinamarca o el hombre de Cashel, en Irlanda.
El aislamiento del cuerpo del oxígeno es un factor importante para la conservación de sus órganos. Esa es una de las conclusiones que sacaron unos investigadores del York Achaeological Trust de Reino Unido que encontraron un cerebro de 2.600 años de antigüedad perfectamente conservado.
Las grasas y las proteínas del tejido cerebral se unieron entre sí para formar una masa que lo aislaba. “Como no había ninguna traza de oxígeno en el cerebro y no hay movimiento, éste estaba protegido y preservado”, explica el estudio de los arqueólogos. Y estos sorprendentes fenómenos pueden ser provocados, pero de un modo no intencionado… y que puede suponer un problema.
Es lo que ocurre en Noruega, donde tienen problemas de espacio en sus cementerios porque los cadáveres no se descomponen, según publicó “The Wall Street Journal”. ‘
El motivo es que después de la Segunda Guerra Mundial establecieron como medida higiénica enterrar a los muertos envueltos en una funda de plástico. Este aislamiento hace que el descanso eterno esté siendo más largo de lo deseado para los cuerpos físicos de los noruegos.
Para resolverlo están perforando las bolsas con una tecnología especial e inyectando una sustancia para descomponer los cadáveres.
De los secretos egipcios a Lenin o Juan XXIII
Pero la momificación es un proceso que el hombre hace de forma intencionada desde hace miles de años, mediante procesos de embalsamamiento y momificación, normalmente como ritos funerarios.En la antigua Persia, por ejemplo, los cadáveres se conservaban con cera y entre los pueblos arios, con miel.
Pero quizá, el proceso más famoso sea el de las momias de Egipto. Según el antropólogo Reverte, primero extraían el cerebro del cadáver por la nariz, para hacer después pasar al cuerpo y sacar los intestinos (“que purifican con vino de palma” y “sustancias aromáticas molidas”). O así lo relato, al menos, el filósofo griego Herodoto.
Estas vísceras se ponían en cuatro vasijas cuyas tapaderas representaban las cabezas de los cuatro hijos de Horus, genios funerarios protectores de los órganos.
Después, llenaban el vientre de mirra pura molida, canela y otras substancias aromáticas y “salaban el cuerpo recubriéndolo con natrón (carbonato de sodio decahidratado)”. Así quedaba el cuerpo recubierto durante 70 días. Luego lo envolvían con vendas.
Pero no hace falta remontarse tantos años para encontrar famosos cuerpos momificados, ya con técnicas más modernas.
Es el caso del revolucionario Vladimir Lenin, padre de la Unión Soviética. Por decisión de su sucesor, Joseph Stalin, fue embalsamado tras su muerte en 1924.
O también el papa Juan XXIII, de cuyo cuerpo incorrupto se creó una leyenda de componente religioso, puesta en entredicho en 2001, cuando el médico Gennaro Goglia declaró a la revista católica “Famiglia Cristiana” haber inyectado 10 litros de un líquido embalsamador al cuerpo del pontífice.
“Practicamos un corte en la muñeca derecha del Papa y le introdujimos la aguja y el líquido”, dijo. Aún hoy se ha dado un paso más y se utilizan técnicas de crionización o congelación en nitrógeno líquido a 150º bajo cero. Otro milagro, de la ciencia.
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