Cuando las glándulas sebáceas producen demasiada grasa, puede aparecer acné. Esto ocurre porque los folículos pilosos quedan taponados por el exceso de grasa y células muertas, lo que da lugar a la generación de distintos tipos de lesiones como comedones y pústulas.
Hay distintos factores que influyen en la aparición del acné pero el más destacado son las hormonas. “Es un hecho incontestable que la enfermedad aparece en periodos (como los primeros meses de vida y la adolescencia) en los que se ponen en marcha las hormonas sexuales. En los trastornos ligados a estas hormonas también es habitual la presencia de acné, incluso en la edad adulta”, señalan los especialistas de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
LAS HORMONAS Y LAS GLÁNDULAS SEBÁCEAS
En este sentido, aclaran que la secreción sebácea es consecuencia de la actuación de las hormonas sobre las glándulas sebáceas. Así, el acné aparece en las zonas donde hay una mayor concentración de estas glándulas como la cara y el tórax.
Otro aspecto a tener en cuenta es la herencia. Los expertos de la AEDV subrayan que es algo difícil de valorar, puesto que el acné es un proceso muy común. “No obstante podemos decir que existe predisposición a sufrir formas graves de acné, de manera que si los padres han tenido acné grave, pueden padecerlo también los hijos”, apuntan.
Por otra parte, la AEDV manifiesta que, según distintos estudios, ciertos cambios en el microbioma cutáneo estarían implicados en la aparición del acné.
El microbioma cutáneo se compone de diferentes especies de microorganismos que viven en nuestra piel. Cuando se produce un desequilibrio en este ecosistema, puede aparecer una patología de la piel como el acné.
El papel de la dieta en el origen del acné sigue siendo muy controvertido. Según indican los estudios más recientes, parece que los lácteos y los alimentos con alta carga glucémica podrían estar relacionados con la aparición o con la persistencia de esta patología.
La Academia Americana de Dermatología explica que los alimentos y bebidas con alta carga glucémica (patatas fritas, pasteles, batidos, etc.) hacen que la cantidad de azúcar en la sangre suba con rapidez.
No obstante, esta entidad destaca que, si bien estos hallazgos indican que una dieta con baja carga glucémica conduciría a tener menos brotes de acné, “otros estudios no han encontrado conexiones entre una dieta con alta carga glucémica y el acné, por lo que se necesita más investigación”.
Algo similar ocurre con la leche. Algunos estudios sugieren que beber leche podría estar relacionado con un incremento de los brotes de acné. No está claro porqué la leche empeoraría el acné.
Una teoría es que algunas hormonas presentes en la leche podrían causar inflamación y ésta hacer que se obstruyan los poros, lo que conduciría al acné. Sin embargo, se necesita más investigación para confirmarlo.
Pero, aunque sea necesario seguir investigado para comprobar si ciertos alimentos pueden empeorar el acné, la Academia Americana de Dermatología ofrece algunos consejos a quienes sospechen que la alimentación está afectando a su acné.
Así, recomienda prestar atención a los brotes y plantearse las siguientes preguntas: ¿Hay alguna comida o bebida que le parezca que desencadena un brote de acné o que empeora el acné que ya tiene? Si hay algo que parezca desencadenar un brote de acné, ¿qué ocurre si deja de tomar esa comida o bebida durante un día, una semana o un mes?
FORMAS Y TRATAMIENTOS
Existen diversas formas de acné en función del tipo de lesiones que se produzcan, aunque es habitual que una misma persona presente varios tipos de lesiones a la vez.
Los especialistas de la AEDV explican que la lesión elemental del acné es el comedón, que consiste en un folículo dilatado y lleno de sebo. “Este comedón puede ser abierto (punto negro) o cerrado (punto blanco)”, aclaran.
Pero, además, hay otras muchas lesiones propias del acné como pápulas, pústulas y nódulos.
A la hora de combatir el acné, hay diferentes tratamientos que varían dependiendo de si se trata de un acné leve, moderado o grave.
Los tratamientos tópicos, es decir, aquellos que se aplican sobre la piel de la zona afectada, se emplean en solitario cuando el acné es leve.
Según explican desde la AEDV, “normalmente los antibióticos que se utilizan para tratar el acné son los derivados de la tetraciclina. Se prescriben a dosis bajas, pero durante un tiempo prolongado (de dos a tres meses)”, detallan.
Pero, además de cumplir con el tratamiento prescrito por el dermatólogo, la piel con acné necesita una serie de cuidados específicos.
En este sentido, los especialistas de la Academia Americana de Dermatología aconsejan lavar la piel dos veces al día o tras haber sudado, y hacerlo aplicando un limpiador suave con las yemas de los dedos. Después, hay que aclararlo con agua tibia.
Asimismo, recomiendan lavar el cabello con champú regularmente. Si es graso, a diario.
Por Purificación León// EFE/REPORTAJES
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