El Viralero
Benito Kozman
Estas fueron, con casi total certeza, las últimas fotos que Stephanie Hernández se tomó en vida. Publicadas en Snapchat, en una puede verse una pistola con municiones al lado sobre lo que parece ser un sofá, en otra un hombre le apunta con el rayo rojo del láser del arma desde atrás y una tercera parecía mostrarlo apuntando a la cabeza de la mujer, con el texto “¿correa de chat?” sobre la imagen…
Horas después, la policía halló el cuerpo ensangrentado y sin vida de Hernández, de 21 años, en su apartamento en North Little Rock, Arkansas.
El hombre de las fotos, Rafael Gonzalez, su novio de 20 años, había salido llorando del lugar, diciendo que la había matado accidentalmente. La policía pudo arrestarlo posteriormente y enfrenta cargos de homicidio en primer grado.
La pareja tenía una relación inestable y turbulenta. En 2014, Gonzalez había sido acusado de ser receptor de productos robados, por lo que cual la ley le prohíbe poseer un arma. El hombre se había mudado a vivir con su víctima hace apenas tres semanas.
El mismo día de su muerte, Hernandez hizo una compra muy peculiar. “Ella le compró un paquete de cuatro o cinco casquillos de bala “, dijo Jaquinlan Davis, amiga de Hernandez, a la estación local KATV.
Los detectives encontraron una pistola calibre .45 cargada y balas bajo un cobertizo cerca del apartamento, según documentos judiciales.
Davis pudo presenciar la escena del crimen, y cree que el recuerdo la acompañará toda la vida. “El lugar fue saqueado. Hay sangre por todo el piso. En la ropa, por todas partes. Como si alguien quisiera simplemente empacar e irse”, recordó. “¡Realmente no puedo creer que es verdad! Yo estuve aquí con ella ayer. No la había visto en unos 2 meses. Por lo menos 2 meses.”
La tragedia deja huérfanas a las dos hijas pequeñas de Hernandez, una de 3 años y otra de apenas 8 meses. Lo más difícil de todo, desde luego, es explicar la ausencia de la madre.
“Mis sobrinas han estado llorando toda la noche. Es simplemente muy duro “, dijo Camryn Starz, hermana de Hernandez. “No le he dicho a nada todavía a mi sobrina de 3 años de edad. Ella sabe que algo está mal, porque quiere a su mamá”.
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