El hábito de no ceder un milímetro y destruir a sus contrincantes es uno de los recursos que utilizó Trump para acumular más dinero con sus negocios de bienes raíces. Nunca le importó si en el proceso de aniquilar a sus contrincantes dejó malherido a gente inocente.
Esta vez, ya no son entidades o personas privadas con las que tiene que enfrentarse. Ahora tiene a países soberanos como enemigos.
Para empezar, al gobierno de Trump no le fue nada bien en enfrentamiento comercial con Canadá y México, aunque Trump trató de darle una tónica de victoria para acallar a sus críticos.
Hoy, la guerra comercial con China es de otro nivel. China es una potencia mundial; tiene una población de 1,386 millones de habitantes; es decir casi cinco veces más de lo que tiene Estados Unidos.
Asimismo, la economía China está controlada por el Estado; es decir, su gobierno puede manipular los precios de su mercado interno, crear planes de contingencia económica; movilizar miles de empleados de un sector productivo a otro; el Ejecutivo Chino puede bajar y subir las tasas de interés de acuerdo a sus conveniencias.
Mientras tanto, la economía de Estados Unidos está controlada por Jerome Powell, jefe de la Reserva Federal. Sin embargo, el efecto de Powell en la guerra comercial con China es limitado debido a que, como jefe de la FED, sólo tiene control sobre las tasas de interés. Trump puede crear políticas de económicas de contingencia, pero sus manos están atadas por el Congreso.
Lo triste de esta guerra comercial son los resultados con la población. Los que van a pagar los platos rotos son la gente común y corriente, particularmente los trabajadores que viven en las zonas rurales del país. Muchos de ellos exportan productos agropecuarios a China. Paradójicamente fueron ellos quienes votaron por el copetón de cabello anaranjado en las elecciones presidenciales de 2016. Hoy son sus víctimas.
Otro sector afectado es el que se dedica a la exportación de carnes. Las menudencias del pollo, como la cabeza, el hígado, las patas, etc., normalmente son exportados a los mercados de la China. Lo mismo sucede con las menudencias de res, cerdo y otras carnes.
Por otra parte, los productos electrónicos chinos tendrán un aumento de precios en el mercado estadounidense debido al incremento de aranceles. En este caso, todos los que estamos acostumbrados a comprar electrodomésticos y otro tipo de electrónicos hechos en China nos vamos a ver obligados a obtenerlos a precios del mercado.
Está muy claro, los chinos están más equipados para una guerra comercial de largo o mediano plazo, que Estados Unidos.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com
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