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Quince Minutos Antes

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Hoy me detuve en el espejo de mi baño y vi a una mujer mayor sin sueños… con la rutina de toda la vida, y me di cuenta de que me levanté 15 minutos más temprano que nunca.

 Hoy me detuve en el espejo de mi baño y vi a una mujer mayor sin sueños… con la rutina de toda la vida, y me di cuenta de que me levanté 15 minutos más temprano que nunca. 

 Me había olvidado cuando fugazmente despertaba hace unos pocos años sonriente y me animaba que ese día fuera mejor que el anterior. 

 Precisamente no recuerdo cuando cambió eso. Por despertar atrasada, desesperada por el tiempo, por los pendientes, empecé a no ir a los salones de belleza con la misma frecuencia; y el dinero lo ocupaba para otra “buena actividad familiar”. 

 No tengo más de 35 años y me siento como de 90, desesperada porque no he realizado muchas cosas, pero esas cosas ya no son los SUEÑOS de antes. 

 Hoy que desperté 15 minutos antes y recordé que mi esposo tuvo una reunión de compañeros, se fue y ni me avisó. Hoy recordé que mi hijo de 5 años no me obedece, que el de 10 dice que soy ridícula porque no soy HOMBRE como él y que la niña de 12 años sólo me llama cuando necesita algo. Estoy segura que todos saben que los amo perooo… 

  Ese hoy, con el que empecé esta historia, fue hace 2 años y las cosas han cambiado mucho, pero no fue fácil, por supuesto que no. Me costó levantarme temprano para cepillarme el cabello bien y arreglarme para trabajar; renuncié a mi trabajo de 15 años (aún lo extraño) y empecé a ir al gimnasio. 

 Los primeros meses fue un fracaso, pero luego bajé de peso, cambié mi forma de vestir y hasta mi esposo asombrado me invitó un día a cenar. Me preguntó si nuestro matrimonio continuaba o tenía yo otro amor. Le dije sin pensar: sí tengo otro amor que me llena completamente y ese amor SOY YO. 

 Nos pasa que de pronto un día miramos de reojo en un aparador y vemos una imagen reflejada que no es la nuestra… Sucede que por estar tan apuradas todas las mañanas, ya no somos las mismas y añoramos a esa mujer que perdía horas preciosas inventando un nuevo peinado o que se untaba un tratamiento en el cabello y lo envolvía en una toalla para que luego tuviera un brillo destacable… 

 Rímel en las pestañas que nos hacían lucir espléndidas, maquillaje intenso que nos mostraba a una mujer sensual y atractiva; escotes, pantalones ceñidos, tacones que endurecían las piernas al andar. 

 Un día nos encontramos recordando a aquella mujer y sentimos que la fuimos sepultando lentamente. Presenciamos su lenta agonía y no hicimos nada para revivirla. La pareja, la familia, los niños… El gato, el perro, el canario… La casa, las compras, el trabajo… El auto, la limpieza, las camas bien tendidas, el orden… Y allí debajo una mujer que grita: ¡Socorro!…

  Por eso les recomiendo que se levanten 15 minutos antes, mírense en el espejo y díganse a sí mismas, a quién ven en ese reflejo, “¿me gusta esa mujer o desean ser otra?”. Nunca es tarde, tarde sería si muriesen. 

  Piensa que tu vida es una piedra preciosa, y tú eres la única que puede hacer que se destaque su brillo (aunque tengas que levantarte 15 minutos antes) o dejar que se apague para siempre… 

Graciela de Filippis

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