Jonah Seeman, portero desde hace cuarenta años de un complejo de edificios de Nuevo York , fue despedido de su trabajo a causa del mal aliento.
Jonah Seeman, portero desde hace cuarenta años
de un complejo de edificios de Nueva York, fue
despedido de su trabajo a causa del mal aliento…
EN SERIO!
A pesar de las cuatro décadas que Seeman llevaba
como portero del mismo conjunto de viviendas de
Manhattan no fue impedimento alguno para que
la empresa que administra la finca, Cooper Square
Realty, lo haya despedido como consecuencia
de su halitosis, ya que según la empresa que lo
empleaba, no podía seguir recibiendo a los propietarios
y a sus visitantes, así lo dieron a conocer
varios medios locales.
El hombre, un vecino de Brooklyn de 60 años,
no pudo regresar a su puesto de trabajo después
de que sus jefes le comunicaran que se encontraba
despedido por no haber atendido las peticiones de
que acabara con el mal aliento, que según manifestó,
padece desde hace varios años.
“No podemos seguir tolerando que su aliento desprenda
ese intenso mal olor mientras desarrolla
sus responsabilidades laborales”, le indicó por escrito
la empresa el pasado 27 de noviembre.
Seeman ya había sido suspendido temporalmente
como portero en dos anteriores ocasiones, por la
misma razón, por lo que en esta ocasión no hubo
misericordia ni marcha atrás.
“Me siento muy dolido; no quiero perder mi trabajo”,
aseguró el despedido a varios medios de
comunicación, a los que detalló que había puesto
en funcionamiento diversas medidas para acabar
con su halitosis después de acudir a un especialista
que le indicó que su mal aliento no era “nada
extraordinario”.
“Lavo mi boca al menos tres veces al día, utilizo
enjuague bucal y tomo pastillas contra el mal
aliento en el trabajo, además de que ya no como
ajo”, explicó triste el hasta ahora portero de la selecta
zona del Upper East Side neoyorquino.
Algunos de los vecinos a los que recibía durante
años han salido ahora en defensa de Seeman, como
Adam Reingold, quien defiende al portero y asegura
no ver cuál es el problema cuando “su trabajo,
que lo hacía bien, era abrir la puerta cuando se
le necesitaba y no la boca”.
El sindicato de trabajadores al que Seeman pertenece
ya ha iniciado los trámites para llevar el caso
ante los tribunales… Pero mientras tanto, la frase:
¡Feliz Navidad!, quedará congelada en su boca.
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