Querida Doctora Consejos:
Quiero relatarle mi caso. Es un poco triste, pero es cierto, tengo 47 años y tenía 25 de vivir con mi marido.
Fue una vida muy tormentosa porque siempre tomaba mucho y tenía mujeres, aunque déjeme decirle que nunca abandonó el hogar.
Tenemos dos hijos; hace siete años que nos mudamos a un lugar más tranquilo para empezar una nueva vida y supuestamente estar bien.
Todo iba tranquilo hasta hace pocos meses que empezó a ir a una iglesia, según que para ser mejor papá y esposo, lo malo fue que ahí conoció y se enamoró de una mujer que tiene 30 años de edad.
Empezamos a tener problemas porque ya no paraba en la casa, sólo quería estar en la iglesia, tuvimos muchas peleas hasta que descubrí que andaba con una mujer la cual conoció en la iglesia.
Nuestros hijos de 10 y 20 años son los que están sufriendo por la conducta de mi esposo. A él no le importa nada, ver a mis hijos tristes me pone más triste y a la vez siento mucho coraje.
Usted dígame ¿qué puedo hacer?
— La Esposa
Querida Esposa:
Entiendo por lo que estás pasando y siento tu dolor. Es una pena que después de darte una mala vida, ese hombre haya culminado su actuación con un abandono de tal naturaleza.
Creo que no te queda mucho qué hacer al respecto, porque obviamente él ya tomó su rumbo y en estos momentos de “luna de miel” difícilmente va a recapacitar o a hacer algo por ti y por tus hijos.
Eso ya no lo esperes. Lo que tú tienes que hacer es dejar de pensar que perdiste algo, porque, como bien dices, este hombre nunca fue tuyo, siempre fue de otras.
Y a juzgar por tu carta, lo único que perdiste fue la esperanza de que cambiara, en lo que sí tienes mucho qué hacer, es pensar en ti y en tus hijos.
Mi consejo es que busques algún grupo de apoyo donde puedan darte consejería para ti y tus hijos, para que puedan superar pronto la tristeza.
La vida no termina aquí, tus hijos y tú tienen mucho por qué vivir. Ve a clases de zumba, de maquillaje, o de algo que te distraiga y haga feliz.
Lleva a tus hijos al parque, busca clases o diversiones para los tres. Enséñales que no importa las veces que uno se caiga, sino las veces que uno es capaz de levantarse, y muéstrales que la vida sigue y que no vale la pena mirar atrás, ni lamentar lo que no fue.
Entre más pronto te pongas las pilas, más pronto podrás ayudar a tus hijos que son quienes más te necesitan ahora. A tu esposo, déjalo por la paz, la vida y Dios se encargarán de cobrarle sus bajezas.
Te deseo buena suerte
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