Abejas que son capaces de indicar a sus compañeras el camino hacia el jardín; loros que entienden lo que se les pregunta y ruiseñores que juegan a responderse: es claro que los animales se comunican.
Abejas que son capaces de indicar a sus compañeras el camino hacia el jardín; loros que entienden lo que se les pregunta y ruiseñores que juegan a responderse: es claro que los animales se comunican. Luego entonces, se puede decir que los animales tienen un lenguaje? El lenguaje está considerado como una comunicación simbólica y creativa, y no sólo como una serie de señales destinadas a una acción inmediata. Ahora bien, a primera vista, los animales no “toman la palabra” más que en tres casos muy precisos: para alimentarse, para acoplarse o para pedir ayuda en caso de peligro.
Lenguaje en los animales… ¿es posible? Algunas comunicaciones animales son tan evolucionadas que los investigadores se sienten tentados a calificarlas como lenguaje. En el caso de las abejas por ejemplo, es muy notable. Cuando una descubre una fuente de alimento, regresa al panal y cual consumada danzarina, dibuja con su vuelo una serie de figuras en forma de ochos comprimidos; cada ocho corresponde a unas decenas de metros. Cuando han captado bien el mensaje, las nuevas libadoras lo repitan, utilizando la misma técnica. Se ha comprobado -algo impresionante- que en alrededor de una hora, cerca de 10,000 insectos pueden estar en acción. Loros Superdotados. Más desconcertantes aún son los animales que utilizan nuestras propias palabras; tal es el caso de los loros, que son imitadores excelentes, se divierten repitiendo cualquier cosa. ¿Se trataría por lo tanto de un sistema de comunicación?
Irene Pepperberg, una psicóloga estadounidense, ha tratado de averiguar si esas aves entienden lo que dicen. Con este objetivo, le enseñó a un loro gris de Gabón -Psittacus erithacus- algunas palabras simples: “tapón” (su juguete predilecto), “zanahoria” (su comida favorita), etc. Esperaba a que el loro dijera el nombre de cada objeto antes de ponérselo en el pico como señal de recompensa, haciéndole comprender así que no se había equivocado. Rápidamente, el loro aprendió una docena de palabras, y hasta a pedir lo que deseaba: “galleta”, “caja”, “zanahoria”, estando los objetos fuera de su vista. El loro ha aprendido a reconocer más de trescientos objetos por su forma, tamaño y color.
El reino animal tiene mil maneras distintas de hacerse escuchar. Cada chillido, cada relinchido, cada graznido, contendrá así un mensaje. Entre los más intrigantes figuran los poderosos cantos de las ballenas, que atraviesan los océanos. Algunas especies puede cantar durante horas, pero, al contrario que sus colegas, su canción nunca es la misma. Improvisa melodiosas melopeas, cuyo significado se ignora totalmente. Por otro lado se ha descubierto que el canto de algunos pájaros, por ejemplo, los ruiseñores, está compuesto de varios segmentos.
Algunos sirven para comunicar algo, como seducción o señales de alarma. Otros, que no tienen un significado particular, son creaciones personales, o copias del canto de otros animales, pues los ruiseñores son los reyes de la imitación.
Cinco Maneras de Expresarse
Cada especie animal posee modos de comunicación propios que pertenecen a alguna de estas cinco categorías:
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