No me negarás que hay historias que merecen ser contadas más de una vez, creo que esta es una de ellas. Ya tela conté hace años y hasta te conté cómo la puse a prueba en un cofibreik en el Aviso, cuando la platiqué a tres que estaban oyendo. Uno dijo que era historia vieja y que la había oído de diferente manera… y de inmediato pensé “si es vieja es buena”, aunque luego corregí y pensé “si es antigua es valiosa”. Otro dijo: “Así como se puede sacar una conclusión se puede sacar otra”. Yo dije “Bueno” aunque pensé “malo”. El otro que estaba oyendo, y que ha de ser sabio, se guardó sus comentarios…
Aquí te la platico, a ver qué opinas. Había una vez… una mujer que odiaba a su vecina. No sabía porqué, pero creía tener mil motivos para odiarla y cada día encontraba más, porque el odio es una planta que crece mucho más rápido que la planta del amor y la comprensión; hasta que llegó el momento en que ya no soportaba saber que existía esa vecina y determinó que tenía que matarla. Un día visitó a una mujer que tenía fama de bruja, para conseguir un potente veneno, o para que le aconsejara la mejor forma de matar a su vecina. La bruja, que como la mayoría de las brujas, no era más que una sabia mujer que, aparte de conocer la naturaleza y efectos de las plantas, era muy conocedora de la naturaleza humana, de sus virtudes y defectos. Escuchó a la mujer que procuraba el veneno, la observó, y luego le dijo que le daría el veneno más potente, pero con la condición de que siguiera el método que le iba a recomendar para que nadie pudiera sospechar de ella, porque podrían peligrar las dos, una por darle el veneno y la otra por usarlo. De manera que tendría que ganarse la confianza de la vecina, hasta llegar a invitarla seguido a su casa a tomarse un café o un refresco y en las bebidas le pondría cada vez un poquito del polvo venenoso, de manera que poco a poco iría muriendo.
Como la vecina, era una buena persona y no sabía que era odiada, disimulaba las malas caras de su vecina pensando que padecía algún mal y la compadecía, por eso aceptó de buena gana el cambio y la amistad de la vecina… y pronto estaba tomando el café con veneno y todas las bebidas “envenenadas” que le ofrecía su vecina. Y pasó lo que nadie esperaba. No, no se murió la vecina, a la mujer se le fue acabando el odio, a medida que conocía a la vecina que tanto odiaba; la encontraba amable y encantadora y buena amiga, por lo que un día fue a visitar a la bruja y muy preocupada le dijo que necesitaba rápido un contraveneno para evitar que la vecina se muriera, porque en realidad era una buena mujer… Y aquí es donde las versiones difieren, unos dicen que la bruja le dijo: “…no te di veneno para matar a tu vecina sino un remedio para curar tu odio y veo que ha dado resultado, anda, vete en paz que esta brujería ha terminado”. Otros dicen que el veneno que le había dado era en realidad polvo de arroz, y que sí le dio el contraveneno para que siguiera frecuentando la amistad de su vecina, pero que el contraveneno era en realidad polvo de azúcar.
Más claro no canta un gallo… ni cacarea una gallina. La enseñanza está clara. La ignorancia es fuente de miedo, odio, temor, intolerancia…
Muchos males han causado a la humanidad las luchas entre razas diferentes; entre religiones diferentes, sobre todo entre las tres grandes monoteístas: cristianismo, islamismo y judaísmo. En gran parte porque el desconocimiento entre unos otros genera desconfianza y temor.
Si siguiéramos el ejemplo del cuento e invitáramos a esos que odiamos de otras razas, de otras religiones para darles su venenito lento mientras fingimos amistad, puede ser que termináramos siendo amigos de verdad, porque a fin de cuentas son gente como nosotros y lo que nos separa es la ignorancia y más nos dividen las mentiras que unos y otros hemos creído y seguimos creyendo, que la Verdad que deberíamos de creer. Aprende esto: La mentira separa, la Verdad une.
El conocimiento y el saber conducen a la tolerancia, mientras que de la ignorancia nacen los fanatismos, la cerrazón, la intransigencia, las guerras y los genocidios que encontrarás en cualquier página donde abras las historia de la humanidad. Los dictadores, muchos gobiernos, y hasta algunas religiones, usan el dogmatismo para mantener a sus ‘fieles’ fieles, porque temen y rechazan el pensamiento libre, esas organizaciones conducen a los pueblos al fanatismo, al embrutecimiento y a la inmoralidad, sí, señor….. y mucho de eso estamos viendo en el mundo.
Muchos no se acuerdan, pero hace casi mil años en la ciudad de Toledo convivieron y progresaron pacíficamente y por muchos años, musulmanes, cristianos y judíos; señal de que sí se puede convivir cuando hay más preocupación por el saber, como había en ese tiempo en las escuelas de Toledo, donde preocupaba el saber, antes que el creer, porque el creer sin saber, puede llevar al errer...
He dicho y no me rajo. Salud y saludos………
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