Un hombre tenía tres buenos amigos; su mujer, su dinero y, sus buenas acciones. Estando a punto de morir, los mandó llamar para despedirse de cada uno de ellos.
Un hombre tenía tres buenos amigos; su mujer, su dinero y, sus buenas acciones. Estando a punto de morir, los mandó llamar para despedirse de cada uno de ellos.
Al dinero, que fue el primero en presentarse ante él, le dijo: – Me muero querido amigo, y te he citado aquí para decirte ¡Adiós!.– ¡Adiós! –contestó el dinero–, vete en paz amigo, prometo que cuando
hayas muerto haré que alumbren un cirio por el descanso de tu alma.
Después llegó su mujer y también se despidió. Y ella le prometió acompañarlo hasta la tumba.
Por último, llegaron sus buenas acciones.– ¡Estoy a punto de morir! –les dijo agonizante–. ¡Adiós!– No, no nos digas adiós –le respondieron ellas–. Nosotras no nos apartaremos de tu lado; si vives, viviremos; si mueres, te acompañamos en la otra vida.
Muerto el hombre, su dinero mandó a encender el cirio prometido, su mujer lo siguió hasta la tumba como había dicho y sus buenas acciones,
cumplieron su palabra: lo acompañaron aún después de muerto.
Moraleja: El buen amigo siempre es recordadopor las buenas acciones que haya cosechado!
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