Hace cosa de diez o doce años, las autoridades mexicanas contrataron a una vidente para que encontrara el cuerpo de un político asesinado. El caso se hizo popular debido a la osamenta de un cadáver
Hace cosa de diez o doce años, las autoridades mexicanas contrataron a una vidente para que encontrara el cuerpo de un político asesinado. El caso se hizo popular debido a la osamenta de un cadáver que se encontró gracias a “la Paca”, nombre con el que era conocida la vidente Francisca Zetina, pero que a la larga todo el hallazgo, los restos y la calavera, resultó que era un gran montaje y un fraude.
Pero el caso que hoy nos ocupa es diferente, ya que una serie de pruebas posteriores pudieron demostrar que todo lo hecho y lo encontrado fue verdadero. Todo esto sucedió en España, cuando el industrial Benjamín Forradellas fue asesinado y su cuerpo enterrado en un gran terreno descampado de la localidad Leridana de Soses y la atribulada familia buscaba el cuerpo por todas partes sin encontrarlo. Forradellas había sido secuestrado para exigir una muy importante cantidad pesetas (moneda oficial española antes de entrar en uso el euro).
Mas la familia informó a la policía y las autoridades decidieron tender una trampa a los secuestradores. La esposa de Forradellas asistió al lugar que se había pactado para dejar el dinero. Una vez que lo dejó, se alejó y la policía realizó una películesca persecución; los dos hombres que habían ido a recoger el dinero, con sus pistolas se quitaron la vida antes de caer en manos de las autoridades.
Los demás secuestradores, al ver que el plan había fallado y que todo era una trampa, dieron muerte a Forradellas y mandaron en un paquete su cabeza a la familia. El cuerpo lo enterraron, mas los familiares desconocían el paradero. La policía buscó, pero inútilmente, porque no pudieron encontrarlo.
Manasés Forradellas, hermano del fallecido, recordó que en uno de sus viajes a Haití, había conocido a Ives Ryar, brujo y curandero que practicaba el budú, muy bueno para encontrar personas desaparecidas por medio de extraños ritos. Agotadas todas las posibilidades de encontrar el cadáver, sus familiares accedieron a que Manasés llevara al brujo a España. Una vez que Ives estuvo en tierras ibéricas, de inmediato se puso a trabajar. En el cuarto donde lo había hospedado Manasés en su casa, comenzó a meditar y a caer en trance, lo que le llevaba muchas horas y le hacía transpirar mucho. Al cabo de cuatro días de estar en “éxtasis”, le dijo a Manesés y familiares: “El cuerpo está sepultado en un gran descampado que se encuentra en una localidad de Lérida llamada Soses”.
Se dirigieron al lugar y ahí, como se puede ver en la foto, Ives realizó con los dedos unas rayas en la tierra, luego se despojó de la camisa y comenzó a danzar y a caer en trance. Conforme danzaba y sudaba, sus ojos se comenzaron a poner en blanco y repetía nombres de dioses del budú. Levantaba las manos en señal de súplica y se las llevaba al pecho. Lloraba como un niño y al final, presa de un éxtasis místico se tiró al suelo y se revolcó como si tuviera ataques epilépticos.
El frenesí de los espasmos incontrolados dio lugar a una paz que lo tuvo rezando con los ojos cerrados, a la vez que se llevaba las manos al pecho y las ponía en actitud de súplica. Hecho esto comenzó a arrastrarse por vastas zonas del terreno y se detuvo en un sitio donde volvió a retorcerse como poseído. Se levantó y señaló el lugar, donde escarbaron; encontraron la tierra manchada de sangre y pronto apareció el cuerpo decapitado del industrial. Desenterraron el cuerpo y le dieron cristiana sepultura. Ives regresó a su país con muy buena paga. Lo que las autoridades no pudieron hacer, el haitiano lo logró. ¿Pero cómo lo hizo? Su secreto es un misterio que se encuentra en los terrenos de lo insólito… Y Créalo o No… Así Fue!!!
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