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Una visita importante

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  Era la madrugada del 24 de diciembre, cuando, en sueños, un ángel se apareció a la ama de casa de una familia muy rica y le dijo:
 – Te traigo una buena noticia: “Esta noche el Señor Jesús vendrá a visitar tu casa”

   La señora quedó entusiasmada. Nunca había creído posible que en su casa sucediese ese milagro.
 Trató de preparar una cena excelente para recibir a Jesús.

 Encargó pollos, conservas y vino importados.

  De repente sonó el timbre. Era una mujer mal vestida, de rostro sufrido, con el vientre hinchado por un embarazo muy adelantado.

 – Señora, ¿no tendría algún trabajo para darme?…  Estoy embarazada y tengo mucha necesidad del trabajo.
 – ¿Pero cómo se le ocurre molestar a esta hora? Vuelva otro día, y ya veremos -respondió la dueña de la casa-; ahora estoy ocupada con la cena para una importante visita.

  Poco después, un hombre, sucio de grasa, llamó a la puerta.
 – Señora, mi camión se ha arruinado aquí en la esquina. ¿Por casualidad no tendría usted una caja de herramientas que me pueda prestar?

 La señora, ocupada como estaba limpiando los vasos de cristal y los platos de porcelana, se irritó mucho:
 — ¿Piensa usted que mi casa es un taller mecánico?  ¿Dónde se ha visto importunar a la gente así?  Por favor, no ensucie mi entrada con esos sucios pies.

 La anfitriona siguió preparando la cena: abrió latas de caviar, puso champaña en el refrigerador, escogió de la bodega los mejores vinos, preparó unos coctelitos.

  Mientras tanto alguien afuera batió las palmas.

  Será que ahora llega Jesús, pensó ella emocionada y con el corazón acelerado fue a abrir la puerta.

  Pero no era Jesús. Era un niño harapiento de la calle.
  – Señora, ¿me pudiera dar un poco de comida?.
  — ¿Cómo te voy a dar comida si todavía no hemos cenado?… Mira niño, si vuelves mañana, puede ser, porque esta noche estoy muy atareada…

 Al final, la cena estaba ya lista.

 Toda la familia emocionada esperaba tan importante e ilustre visita.
 Pero pasaban las horas y Jesús no aparecía.

 Cansados de esperar empezaron a tomarse los coctelitos, que al poco tiempo comenzaron a hacer efecto en los estómagos vacíos y el sueño hizo olvidar la cena preparada.

  A la mañana siguiente, al despertar, la señora se encontró en vivo y con gran espanto, frente al ángel del sueño, el mismo que le avisó de la visita de Jesús.
  – ¿Un ángel puede mentir? Gritó ella. Lo preparé todo con esmero, aguardé toda la noche y Jesús no apareció. ¿Por qué me hizo esta broma?
  – No fui yo quien mentí, fue usted la que no tuvo ojos para ver, dijo el ángel.

 Jesús estuvo aquí tres veces, en la persona de la mujer embarazada, en la persona del camionero y en el niño hambriento y, en los tres casos, ¡usted lo rechazó!

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