Tan aburrida estaba su clase de política que no pudo aguantar el deseo de bostezar, pero fue tan grande su accionar, que al estirar tanto los músculos, estos provocaron que se dislocara la mandíbula… EN SERIO!
Holly Thompson, de 17 años, no pudo ser ayudada por sus amigos, y mucho menos por la clínica de su institución educativa. Así que con la boca abierta y el dolor incesante fue enviada al hospital local de Northampton, Inglaterra.
Si el hecho en sí era raro, mucho más el tratamiento de la doctora Ejiro Obakponovwe: utilizar 27 palillos de madera y colocarlos de forma vertical en su boca.
El objetivo era que la boca se cansara de estar en esa posición y que por sentido común regresara a su lugar. Si bien la medida cumplió el cometido, la especialista tuvo que meter mano para ajustarla.
Al final, Holly pudo cerrar las mandíbulas y se fue con una sonrisa para su casa.
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