“Va ver complein”, dijo una señora ya mayorcita que llegó a engrosar el grupo de los que esperábamos que abrieran el correo, el martes pasado, para… pues para arregla asuntos del correo y pasaportes… unas señoras no le entendieron a qué se refería hasta que dijo que se le enredaba el español con el inglés, (excusa boba que damos seguido los que no hablamos bien ni uno ni otro idioma) y que lo que quería decir era que iba a haber “complain”, que deberían de poner una queja porque el viernes también habían abierto a las nueve… Yo nomás las oí, porque los que vamos seguido a esa oficina tendríamos mucho de qué quejarnos,… como una vez que estando en fila para mandar un paquete con unos libros, cuando por fin abrieron la ventanilla, la primera persona que pasó quiso pagar con un billete de cien… ¡qué esperanzas! Se molestó la del correo, le dijo que no tenía cambio, y la pobre persona se fue con su paquetito. Yo tampoco llevaba cambio, también iba a pagar con un billete de cien, pero como iban muchos delante de mí, esperé y le pedí a San Martín de Porres y a San Martín Caballero y a San Judas, pero mientras pedía estaba muy atento a las transacciones en la ventanilla, y fue el caso que cuando yo llegué, la empleada tenía 165.00 en caja, por lo que me arrimé confiado, pero en cuanto vio el billete, me dijo que no tenía cambio, con un tono de voz que no me quedó más que cruzar una mirada rápida diciéndole con los ojos que yo sabía que sí tenía cambio y ella con chispeantes ojos me dejó saber que “no tenía cambio para mi billete”. Me fui. Empezaba a conocer esa oficina, que no era distinta a otras… Después de unas semanas, volví a estar en fila esperando que abrieran la ventanilla, sabíamos que la empleada estaba atrás de la cortina, pero no abría… Un camarada me comentó algo, enojado, y le dije que se calmara que podrían estarnos viendo en las cámaras y nos iría peor… Sería coincidencia o sería quesería, pero al rato se abrió la ventanilla y la empleada nos avisó que la computadora no funcionaba y que teníamos que esperar, que no podía hacer nada. Muchas cosas más podríamos contar, de los sufrido y lo visto.
Ya no es como antes. Hoy en día es notoria y peligrosa la prepotencia de muchos “servidores públicos”, y casi siempre lo mejor es tragarse uno su coraje, bajárselo con unas cuantas silenciosas mentadas que no se noten en la cara y la esperanza de no tener que volver a arreglar ningún asunto a ninguna oficina de los intocables “servidores públicos”.. pero, qué esperanzas.
El martes, como yo nomás iba a echar unas cartas al buzón adentro de la oficina, porque dicen que de los buzones de afuera se vuelan las cartas… y las mías llevaban cheques de cinco dólares… me fui a mi trabajo y me llevé mis cartas para otro día…
Yo sé que somos medio mensos, que preguntamos tarugadas, que hacemos renegar a veces a los solemnes empleados de la oficina de correos… y otras oficinas del gobierno, pero para eso les pagamos, porque somos nosotros los que pagamos sus sueldos. Los gobiernos echan a perder a sus empleados, los hacen creer que son la mamá de tarzán , que son intocables y para colmo de males les pagan bien.
Si yo fuera encargado de los pagos de los funcionarios públicos no les mandaría su cheque por correo ni se los depositaría en ninguna cuenta… Pondría a alguien afuera de las oficinas con los cheques de los empleados y se los mandaría con la gente que estuviera en la fila del DMV, del Correo, de la Ciudad, de todas las dependencias del gobierno hasta los senadores y diputados y el presidente… y que una persona común y corriente les entregue su dinero cada semana, para que se den cuenta que el que les paga es el pueblo, para que se den cuenta que son empleados del pueblo y que nos está costando mantenerlos y darles trabajo y que esperamos buen trato y buen servicio por ese cheque que les pagamos… y que se les bajen los humos. ¿Qué trabajo les cuesta ser amables con sus patrones, con el pueblo? No hay derecho, hombre.
Eso que pasó el martes no hubiera salido aquí si no hubiera tenido otra mala experiencia el miércoles. Sucede que al cartero de mi barrio le ha dado por entregar el correo en la noche, será para evitar el calor. Ya oscurito se oye la ladriza de los perros del barrio. No sabemos qué contrato o qué pleito tengan los perros y los carteros, pero es obligación de todos los perros ladrarles a los carteros… Pues ya eran casi las ocho cuando apareció el cartero. Como yo estaba tomando el fresco sentado en los escalones del frente, me encaminé a encontrarlo para que me diera la basura de papeles y siguiera su camino y no se le hiciera más tarde… ¿Piensas que me lo agradeció? Casi me aventó a un lado y me dijo que no necesita que lo encontrara, que lo que necesitaba era la luz del porche para ver qué me tenía que dejar… y todo con un genio de viejo cascarrabias como yo…viznando. Y como se fue refunfuñando, sin razón, se me ocurrió decirle que había otros carteros más listos que ya traían el paquete para cada domicilio… No le gustó mi desinteresada recomendación y me amenazó con que no se le iba a olvidar eso… Así que si mis biles les empiezan a llegar a mis vecinos, no hay necesidad de que me los entreguen, con que los paguen a tiempo me doy por bien servido… Salud y saludos
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